Tuesday, January 3, 2017

Tuesday, January 3 THE WALL PSALM 27


Tuesday, January 3

THE WALL

PSALM 27



The LORD is my light and my salvation; whom shall I fear?

Psalm 27:1



They say that once a man was pursued by villains who wanted to kill him. He hid in a cave. The criminals began to search for him in the caves where they used to find him. So in desperation he raised a prayer to God in the following way: “All powerful God, send two angels down and cover the entrance so that they can’t come in and kill me.” At that moment he heard the men approaching his cave and he saw what appeared to be a spider. The spider began to weave a web at the entrance.



The man resumed his prayer, this time much more worried: “Lord, I asked for angels, not a spider.” He continued, “Lord, please with your powerful hand put a wall in the entrance so that the men cannot come in and kill me.” He opened his eyes hoping to see a wall covering the entrance and saw the spider weaving its web. When the villains got to the front of the cave where the man was, the spider had already covered the entrance. This was the conversation he heard:



“Come on. Let’s go into this cave.”

“No. Don’t you see that there is a spider web? No one has entered this cave.  Let’s keep on looking in the others.”



God, like a loving Father and Mother, knows perfectly what is the appropriate response for each situation with which we are presented. To expect that our prayers should be answered according to our rules is to detract from the power of God who knows not only what makes us happiest but also what is most appropriate for our lives.



Prayer: O Lord, don’t let our human eyes fail to appreciate your divine works, even though we often don’t understand them. Amen.

Translated by John Potter



EL MURO

SALMO 27



Jehová es mi luz y salvación; ¿de quien temeré?

Salmo 27:1



Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre entró a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba. Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: "Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme". En ese momento escuchó a los hombres acercándose a su cueva y vio que apareció una arañita.   La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: "Señor te pedí ángeles, no una araña." Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".  Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:

- “Vamos, entremos a esta cueva”.

- “No, no ves que hasta hay telarañas, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás”.

Dios, como Padre y Madre amorosa, sabe perfectamente cuál es la respuesta apropiada para cada situación que se nos presenta.  Esperar que nuestras plegarias sean atendidas de acuerdo con nuestras reglas es desmerecer el poder de Dios, que sabe no sólo qué nos hará más felices, sino también, qué es más conveniente para nuestra vida.



Oración: Oh Señor, no permitas que nuestros ojos humanos dejen de apreciar tus obras divinas, aunque muchas veces no las entendamos. Amén.

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