Saturday, March 29, 2014

Saturday, March 29 LUKE 7:1-10

Saturday, March 29  
LET US BE WORTHY OF JESUS

LUKE 7:1-10

“...Lord, don’t trouble yourself, for I do not deserve to have you come under my roof.”
Luke 7:6
On a certain occasion, our church was putting on a traditional activity for which we needed to solicit a variety of donated objects. I have a friend who does not belong to our congregation, but who for many years has generously supported us. So I decided to visit her and to ask for her help. However, I didn’t know how to reach out to her, because I recalled that one of her family members had died and I had not been there for her at the time. She had also been sick and I had not shown any interest in her health, and her birthday had come and gone without my good wishes. Therefore I felt that I did not deserve to receive any kind of attention from my friend. 

The same thing has happened to many people.  The prodigal son acknowledged that he was not worthy to be called son, and that centurion who loved the nation of Israel and had even built a synagogue, also did not feel worthy of a visit from Jesus.

If we ask ourselves today to what degree we are worthy of approaching the Lord and asking him to attend to our needs, it is possible that we would have to acknowledge how undeserving we are of his great love. Let us therefore commit our lives to Jesus with such faith that our hearts may be moved and that many might repeat: “I have not found such great faith even in Israel.”

Prayer: Lord, we ask today that our lives may be worthy of the love that you have for us. Amen.


 SEAMOS DIGNOS DE JESÚS

LUCAS 7:1-10
“...Señor, no te molestes, pues no soy digno
de que entres bajo  mi techo.”
Lucas 7:6
En cierta ocasión estábamos realizando una tradicional actividad en nuestra Iglesia y era preciso solicitar la donación de diversos objetos. Tengo una amiga que no pertenece a nuestra congregación, pero que todos los años hace un aporte generoso. Así que pensé en visitarla y pedir su ayuda. Sin embrago, no sabía cómo llegar a ella, pues recordé que había  fallecido un familiar suyo y yo no la acompañé en ese momento. También había estado enferma y no me había interesado por su salud, y había llegado su cumpleaños, pero no llegó mi felicitación. Así que sentí que no era merecedora de ningún tipo de atención por parte de mi amiga. A muchas personas les ha sucedido igual. El hijo pródigo reconoció que no era digno de ser llamado hijo, y aquel centurión que amaba la nación y hasta había construido una sinagoga, tampoco se sintió digno de que Jesús le visitara.

Si hoy nosotros nos preguntamos hasta qué punto somos dignos de acercarnos al Señor y pedirle que atienda nuestras necesidades, es posible  que tengamos que reconocer cuán poco merecedores somos de su gran amor. Entreguemos pues nuestras vidas a Jesús con una fe tal que se conmueva nuestro corazón y muchos puedan repetir: “Ni aún en Israel he hallado tanta fe”

Oración: Señor, pedimos hoy que nuestras vidas sean dignas del  amor que tienes para nosotros . Amén.



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