November 30
MY YOUNG GOD
Romans 8:31-39
I am convinced that nothing can separate us from God’s love in Christ Jesus our Lord.
Romans 8:38a (CEB)
My God is young. My God is the freshness of the dawn. That’s why God is young every minute. In my God there are no germs of death, God cannot get older. God is abundance, a maturity that does not grow old. God is a day without end. God is forever a youth. But this is life. To be young is to look like my God. That’s why, in the deepest part of my being a secret wish for youth lies hidden. That’s why no one wants to get old. That’s why the one who walks into the sunset of life always suffers. That’s why there exists a mysterious attraction of the old to the young and a jealousy of bittersweet nostalgia.
Youth is fullness of illusion, it is the gift of maturity, fantasy, hope and beauty. It is the yes of love. That’s why my God is complicated, my furiously youthful God, my necessarily youthful God. And when humans get old in their soul, God continues being young. That’s why my God is always getting closer, because God knows to read the goodness that hides beneath things, because God knows how to capture the imperceptible rumor of life that pops up everywhere so that the world will continue being young.
My youthful God knows that life is the definitive triumph. My God is eternally young. My God is the one who makes all things new, that is to say, youthful. My God is the one who will inaugurate permanent youth of the centuries with the resurrection of all.
Prayer: My youthful God, thank you for the youthfulness that you show more and more all the time. I want to be young like you, always available to undertake new things. Amen.
Translated by Deborah McEachran
Noviembre 30
MI DIOS JOVEN
Romanos 8:31-39
¡Nada podrá separarnos del amor que Dos nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!
Romanos 8:38a
Mi Dios es joven. Mi Dios tiene el frescor del amanecer. Por eso es joven a cada instante. En mi Dios no hay gérmenes de muerte, no puede envejecer. Es la plenitud, la madurez siempre joven. Es un día sin fin. Es una juventud continua. Por eso es la vida. Ser joven es parecerse a mi Dios. Por eso, en lo más hondo de mi ser duerme escondido un deseo secreto de juventud. Por eso nadie querría envejecer. Por eso sufre siempre quien camina al atardecer. Por eso existe una misteriosa atracción del anciano hacia el joven y una dulce-amarga nostalgia envidiosa.
La juventud es plenitud de ilusión, es madurez de donación, de fantasía, de esperanza, de belleza. Es el sí del amor. Por eso es difícil mi Dios, mi Dios rabiosamente joven, mi Dios necesariamente joven. Y cuando el hombre envejece en su alma, Dios sigue siendo joven. Por eso mi Dios está más cerca siempre, porque sabe leer la bondad que esconden las cosas, porque sabe captar el rumor imperceptible de la vida que despunta por todas partes para que el mundo siga siendo joven.
Mi Dios joven sabe que el triunfo definitivo es de la vida. Mi Dios es el eternamente joven. Mi Dios es el que hace nuevas, es decir, jóvenes, todas las cosas. Mi Dios es el que al final de los tiempos, inaugurará, con la resurrección de todo, la juventud permanente de los siglos.
Oración: Mi Dios joven, gracias por la juventud que muestras cada vez más. Quiero ser como tú eres, joven, para estar dispuesto siempre a emprender cosas nuevas. Amén.