Monday, November 16, 2015

Monday, November 16 SHOUT OUT IN ANGUISH 1 Samuel 1:9-18

Monday, November 16
 SHOUT OUT IN ANGUISH 
1 Samuel 1:9-18

“My God, hear my prayer!
Give ear to the words of my mouth!

Psalm 54:2

Life is full of heartaches; whether we like it or not, misfortune surprises us on multiple occasions. There, in the midst of the situation that oppresses us, our faith is tested. 

Hannah felt her sterility to be an unbearable condition, which in her era resulted in discriminatory treatment because her inability to bear sons was considered to be a divine curse. And if her husband were to die, she would be defenseless if she had no one to represent her. The constant mention of caring for orphans and widows in the Bible is not by chance. 

If in some manner you believe that you’re in a situation where it’s God who has condemned you, then raise your eyes to heaven and shout to Him. The Lord doesn’t send punishment as reprisal; rather he surrounds us with moments that, like Hannah at the end of her journey, allow us to sing a song of praise for the powerful hand of God who works miracles in our midst. Hannah expresses it this way: “My heart rejoices in you, my Lord; my strength is greater in your name…there is no greater refuge than you, our God…”

On passing through trials and tribulations we will see them as a resource by which we reach more elevated planes of faith and in our relationship with God.

Prayer:  I do not always cry out to You with the faith that should impel me; I do not always pray with the intensity and devotion needed to acknowledge that you are he who is always with me. Help me to internalize this truth today and every day.

Translated by John Walter



CLAMAR EN LA ANGUSTIA
1 Samuel 1:9-18

“Dios mío, ¡escucha mi oración!
¡Presta oído a las palabras de mi boca!

Salmo 54:2

La vida está llena de sinsabores, querámoslo o no el infortunio nos sorprende en múltiples ocasiones. Allí, en medio de la situación que nos oprime, nuestra fe se ve probada. Ana sintió el ser estéril como una condición insoportable, que en su época acarreaba además un trato discriminatorio por considerar el no tener hijos como una maldición divina; sin contar que, en caso de morir su esposo, se vería desamparada si no tenía un hijo que le representara.  No por gusto en la Biblia se hace mención constante a tener preocupación de los huérfanos y las viudas.

Si crees que de algún modo estás en una situación donde Dios es quien te ha condenado, levanta la vista al cielo y clama a Él. El Señor no envía castigo como represalia sino que nos rodea de momentos que permiten, como Ana al final de la jornada, cantar un canto de alabanza por la mano poderosa de Dios que obra maravillas en medio nuestro. Ana lo expresó así: “En ti, Señor, mi corazón se regocija; en tu nombre mi fuerza es mayor… No hay mejor refugio que tú, Dios nuestro…”

Al atravesar pruebas y dificultades, miremos a ellas como un recurso por el cual alcanzar planos más elevados de fe y de relación con Dios. 

Oración: No siempre clamo a Ti con la fe que debería impulsarme; no siempre oro con la intensidad y la devoción necesarias como para reconocer que tú eres quien está siempre junto a mí. Ayúdame a interiorizar esta verdad hoy y todos los días.

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