Sunday, February 4, 2018

Sunday, February 4 COMPASSION Mark 1: 40-45

Sunday, February 4
COMPASSION
Mark 1: 40-45
Moved with pity, Jesus stretched out his hand and touched him,
and said to him, “I do choose. Be made clean!”  (NRSV)
Mark 1:41

Leprosy is one of the diseases mentioned most frequently in the Bible, and at the same time, the one most feared by the Jewish people. Not only is it a terrible disease that causes the body to rot slowly, but it is also contagious; thus, lepers had to live separated from their communities. In old times, it was even considered to be a punishment from God; for that reason, the Jewish religion called all lepers impure.
The story of the healing of the leper is also strongly filled with feelings of emotion and compassion. Jesus begins by feeling pity at the suffering that he finds in his path. That “emotion” and that “compassion” are important since through Jesus, God’s powerful and healing love finds human form in which to present itself. Moreover, it is good for us to know that Jesus’ compassion is going to demonstrate a totally different way to treat those people who are infected with the disease. Jesus wants healing for the ill people he finds on his way; thus, he credits brotherly love as the channel through which God’s love can reach human beings.

By this action of Jesus, the flesh and skin of the leper became healthy again, something truly extraordinary. However, the most important thing is that by this action, Jesus achieved a new status for this man where he was neither marginalized nor despised by everyone around him. From now on he would be a man equal to the others, and the people would not avoid relations with him and they would recognize his dignity. In this way the Good News doesn’t just remain words, but brings about change: from now on, there will not be any more marginalization nor abandonment.

Prayer: God, help me to see where the marginalized and abandoned are today. Amen.

Translated by John Potter
COMPASIÓN
Marcos 1: 40-45
  Jesús teniendo misericordia de él, extendió la mano,
lo tocó y le dijo: -Quiero, sé limpio
Marcos 1:41

La lepra es una de las enfermedades más mencionadas en la Biblia y al mismo tiempo la más temida por el pueblo judío. No solo es una enfermedad tremenda que hace que el cuerpo se pudra lentamente, sino también contagiosa; por esos los leprosos debían vivir en las afueras de los pueblos. Incluso en los tiempos antiguos era considerada por todos como un castigo de Dios; por esto la religión judía declaraba impuros a los leprosos.

La narración de la curación del leproso está, además, fuertemente llena de sentimientos de emoción y compasión. Jesús empieza por sentir piedad ante el sufrimiento que encuentra a su paso.  Esa "emoción" y esa "compasión" son importantes ya que a través de Jesús el amor poderoso y curativo de Dios encuentra forma humana de presentarse. Es bueno además que sepamos que la compasión de Jesús va a mostrar un trato totalmente diferente al que recibían las personas que se contagiaban con la enfermedad. 

Jesús quiere la curación de los enfermos que encuentra a su paso, por eso reconoce que el amor a sus hermanos es el canal por donde el amor de Dios puede llegar a los seres humanos. Por el gesto de Jesús, la carne y la piel del leproso vuelven a ser sanas; algo verdaderamente extraordinario, no obstante, lo más importante es que Jesús con su actuación logra que este hombre ya no sea un marginado, ni un despreciado por todos. A partir de ahora será un hombre igual a los demás, ya la gente no evitará tener relaciones con él y reconocerán su dignidad. De esta forma la Buena Noticia no se queda en palabras, sino que trae un cambio: en lo adelante no habrá más marginados, ni abandonadas.

Oración: Ayúdame Dios mío a ver dónde están los marginados y abandonados de hoy. Amén.


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