Tuesday,
February 27
IF IT’S A MATTER OF TRADITIONS
GALATIANS 1:11-24
I was advancing in Judaism… and was
extremely zealous for the traditions of my fathers.
But God… was pleased to reveal his son
in me
so that I might preach him to the
Gentiles….
Galatians 1:14-16 (NIV)
There is a story about a traveler who arrived at a town. He
noticed that the residents wore big hats and never looked up. When they saw
him, they approached him, horrified, and put a hat on his head. “What a strange
custom!” thought the traveler. He noted that the parents taught this habit to
their young children. The elderly said that it had always been this way.
Later, in an abandoned house, he found a library. When he looked
at the books he found the diary of one of the town’s founders. It told that one
day the sky suddenly darkened and the sky was filled with ashes dropping from a
nearby volcano that had erupted. The only protection they could find was to don
hats.
The traveler went out into the street shouting and showing what
he found, explaining that the volcano was no longer active. Many believed him
and looked at the sun for the first time; but others continued bound to the
tradition and kept wearing their hats.
How often are we wedded to certain traditions and impose them on
others!
That sometimes happens in the church, with hymns, liturgical
styles, or ways of preparing for an activity. We say: “We have always done it
this way.” When Paul knew Christ, he understood that, aside from him, everything
else was relative.
Prayer: Lord,
don’t let me rest on my laurels; rather help me to trust only in you and your
blood shed for me on the cross. Amen.
Translation by George
Meek
SI DE TRADICIONES SE TRATA
GALATAS 1:11-24
En el judaísmo, yo dejaba atrás a
muchos de mis paisanos… porque era mucho más estricto en mantener las
tradiciones de mis antepasados. Pero Dios… tuvo a bien hacerme conocer
a su Hijo, para que anunciara su
evangelio.
Gálatas 1:14-16
Cuenta una historia que un viajero llegó a un
pueblo. Le llamó la atención que los pobladores llevaran un gran sombrero y
nunca miraran hacia arriba. Al verlo, se le acercaron horrorizados y le
colocaron un sombrero. “¡Qué extraña costumbre!” pensó el viajero. Notó que los padres inculcaban este hábito a
sus hijos pequeños. Los más ancianos decían que siempre había sido así.
Más tarde, en una casa abandonada, descubrió una
biblioteca. Al revisar los libros descubrió el diario de uno de los fundadores
del pueblo. Allí se narraba que un día se oscureció repentinamente y del cielo
cayeron cenizas de un volcán cercano que había hecho erupción. La única defensa
que se les ocurrió fue colocarse sombreros.
El viajero salió a la calle gritando y mostrando
su hallazgo, explicando que ese volcán ya no estaba en actividad. Muchos le
creyeron y por primera vez contemplaron el sol; pero otros siguieron aferrados
a la tradición y continuaron con sus sombreros puestos.
¡Cuántas veces
nos aferramos a determinadas tradiciones y se las imponemos a otros!
En la iglesia a veces nos sucede así con himnos,
con estilos de liturgia, o con modos de preparar una actividad. Decimos:
“Siempre ha sido así”. Cuando Pablo conoció a Cristo, comprendió que, fuera de
Él, todo era relativo.
Oración: Señor, no me permitas
gloriarme jamás de aquellos deberes que un día cumplí; sino más bien, ayúdame a confiar solo en ti y
en tu sangre vertida por mí en la cruz. Amén.
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