Thursday, March 5
FAITHFUL
1st JOHN 3:1
For God so loved
the world that he gave his only Son,
so that everyone
who believes in him may not perish but may have eternal life
John 3:16 (NRSV)
Waiting for
the arrival of a baby is always an exciting event; it fills us with joy and
great expectation. There are also concerns about the details to be resolved
about everything that involves having a small member in the family which often
means that each member looks forward to the arrival of that being loved since
its conception.
A while ago
a mother commented that in her natural maternity, she had grasped the meaning
of God’s infinite love. For the first time, she said, Jesus’ words were in sync
with her own words. She also experienced
fear in thinking of all the events, some happier than others, that her little
girl would encounter in her long journey through this life.
Seeing it
this way, thinking of God’s sacrifice in sending us his only begotten son, is a
clear proof of how much the Father loves us. And that sacrifice is not a one time
thing, but repeats itself day by day in order to show us his love and
compassion. With the same anxiety that a mother awaits the arrival of her
children, God waits for us to receive him in our hearts and recognize him as
the only and absolute savior, a faithful and loving father.
Prayer: Father, thank you for giving us the miracle of life and
salvation through your son Jesus. Amen.
Translation
by John Potter
Marzo 5, Jueves
FIEL
1RA JUAN 3: 1
Porque de tal manera amó
Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él
crea no se pierda mas tenga vida eterna.
Juan 3:16
Esperar la llegada de
un bebé es siempre un acontecimiento emocionante; nos llena de gozo y de una
gran expectación, también aparecen preocupaciones sobre los detalles a resolver
por todo lo que implica tener un pequeño miembro en la familia, que a menudo colabora
pues cada miembro espera con igual ansiedad la llegada de ese ser que se ama
desde su concepción.
Una madre comentaba
hace un tiempo, como en su naturaleza maternal había captado lo que representa
el infinito amor de Dios. Por vez primera, decía, las palabras de Jesús se
confundían con sus propias palabras. También sentía temor al pensar en todos
los acontecimientos, unos más felices que otros, por los que debería atravesar
su pequeña hija en su largo viaje por esta vida.
Viéndolo así, pensar en
el sacrificio de Dios al enviarnos a su único hijo unigénito, es una prueba
fehaciente de cuanto nos ama el Padre. Y el sacrificio no es único, sino que se
repite de día en día para mostrarnos su amor y compasión. Con la misma ansiedad
que espera una madre la llegada de sus hijos, espera Dios que le recibamos en
nuestros corazones y lo reconozcamos como único y absoluto salvador, padre fiel
y amoroso.
Oración: Gracias Padre por regalarnos el milagro de la vida y la salvación a
través de tu hijo Jesús. Amén.
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