Wednesday, December 2
A TIME OF HOPE
Isaiah 25:6-10a
“I look for your deliverance, O LORD.”
Genesis 49:18
We are in Advent, which is a prelude to the
coming of Jesus to our earth. It is a
time of hope.
Within the so-called “small revelation of
Isaiah,” we encounter this message about the ultimate good tidings for all
peoples, who will be gathered together at a divine feast. Above all else, the
prophet is a man with a great capacity for sensing history in the past as well
as in the present, but with a definite face towards the future.
Whatever the present situation is for each one
of us in any society, there is always hope for a follower of Jesus; a much
better future than our present reality always awaits us. In the Old Testament, that better future is
frequently described by the prophets as “a feast of rich food, a feast of
the finest of wines”. The prophet
Isaiah adds that this feast will not produce a “hangover,” or cause any ill
feeling afterwards, in those who eat and drink abundantly, because it will be
celebrated in a stage of history in which “the Lord will wipe away the tears
from all faces and He will annihilate death forever”. The Lord is so great that the day will come
when, with a great dilation of hearts, some men will say: “This is our
God! This is the Lord we have awaited!
We will rejoice and be glad in his salvation!”
Jesus of Nazareth has come to fulfill this sublime and hope-laden task.
Let us be glad and
rejoice in the salvation that he brings us because the hand of the Lord will
rest upon this earth.
Prayer: Lord, guide me on the path that leads toward Bethlehem.
TIEMPO DE ESPERANZA
Isaías 25:6-10a
“¡Tu
salvación espero, oh Señor!”
Génesis
49:18
Estamos en Adviento, que
preludia la venida de Jesús a nuestra tierra. Es tiempo de esperanza.
Inserto en el llamado
“pequeño apocalipsis de Isaías”, nos encontramos con este anuncio sobre la suerte
final de todos los pueblos, que serán convocados a un festín divino. El profeta
es antes que nada un hombre con una gran capacidad de olfatear la historia
tanto en su pasado como en su presente, pero eso sí, de cara al futuro.
Sea la que sea la situación
actual de la sociedad, de cada uno de nosotros, siempre hay esperanza para un
seguidor de Jesús, siempre nos queda un futuro mucho mejor que nuestra realidad
actual. En el Antiguo Testamento, ese futuro mejor, con frecuencia, los
profetas lo describen como “un festín de manjares suculentos, un festín de
vinos refinados”. El profeta Isaías añade que ese festín no producirá
“resaca”, malestar posterior, en los que coman y beban en abundancia, porque se
celebrará en un estadio de la historia en el que “el Señor Dios enjugará las
lágrimas de todos los rostros y aniquilará la muerte para siempre”.
Tan grande es el Señor, que
llegará el día donde con una dilatación enorme del corazón, algunos hombres
dirán: “¡Este es nuestro Dios! ¡Éste es el Señor a quien hemos esperado! ¡Nos
regocijaremos y nos alegraremos en su salvación!” Esta sublime y esperanzadora
tarea la viene a realizar Jesús de Nazaret.
Alegrémonos y gocemos con
la salvación que nos trae porque la mano del Señor reposará en este mundo.
Oración: Señor, guíame en el camino que conduce hacia Belén.
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