Wednesday, June 14
PRESSING
TOWARD THE GOAL
PHILIPPIANS
3:12-16
I press
on toward the goal
to win
the prize for which God has called me heavenward
in
Christ Jesus.
Philippians
3:14
The
young man’s eyes were fixed on the television screen, watching one of the races
of the past olympiads. He shared the nervousness of the trainer who wanted his
athlete to meet and surpass the goal established in previous years. The athlete
doesn’t look back, he fixes his eyes ahead, he reaches the goal and wins the
gold medal.
The
athlete who bases his training on the achievements or frustrations of the past lacks
the energy to train and to concentrate on his present and future competence. In the same way, our looking backward should
not paralyze us. We need to set our gaze upon what’s ahead and strive to reach
the goal.
When we
give ourselves over to the Lord, we’re like runners who enter the race of
Christian life. It is a race that doesn’t allow apathy, lack of energy, or
complacence with what’s already been achieved. The race that is run by Christ’s
followers disciplines us and encourages us to receive the blessings promised by
our Lord. It is a race in which we don’t falter until receiving not a laurel
wreath, but an eternal and incorruptible crown.
Prayer: Help us, Lord, to remain faithful to you amid
prosperity and also amid difficulty. Amen.
Translated by John Walter
PROSIGO AL BLANCO
FILIPENSES 3:12-16
Prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:14
Los ojos del joven entusiasta estaban fijos en la pantalla del televisor
viendo una de las carreras de las pasadas olimpiadas. Él se unía al nerviosismo del entrenador,
quien deseaba que su atleta llegara y sobrepasara la meta establecida en años
anteriores. El atleta no mira atrás, fija sus ojos hacia adelante, llega a la
meta y gana la medalla de oro.
El atleta que basa su entrenamiento en los logros o frustraciones del
pasado, queda sin mucha energía para entrenar y enfocarse en su presente y en
su futura competencia. De la misma manera, nuestra mirada al pasado no debe
paralizarnos. Tenemos que poner la mirada en lo que está delante y esforzarnos
para llegar a la meta.
Al entregarnos al Señor, somos como corredores que entramos en la carrera
de la vida cristiana. Una carrera que no admite la apatía, la falta de energía,
la complacencia con lo logrado. La carrera de los que seguimos a Cristo nos
disciplina, nos alienta a recibir las bendiciones prometidas por nuestro Señor.
Una carrera donde no desmayamos hasta recibir no una corona de laurel, sino una
corona eterna e incorruptible.
Oración: Ayúdanos Señor, a mantenernos fieles a
ti en medio de la prosperidad y también en medio de la dificultad. Amén.
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