Wednesday, July 5
CHRISTIAN FIGHTERS
DEUTERONOMY 1:
34-46
The LORD said to me, "Say to them,
'Do not go up and
do not fight, for I am not in the midst of you;
otherwise you will
be defeated by your enemies.'"
Deuteronomy 1:42 (NRSV)
How many struggles have you gotten into knowing from the
beginning that they were a lost cause? How many times did you win, and how many
did you lose?
In every walk of life, be it in the Church, at work, in
family or social relationships, we are confronted with problems that are often
battles. The question is, for what and for whom are we struggling? What
motivates us, selfishness or pride? Can we perhaps put the problem into God’s
hands in prayer and seek his guidance?
The truth is that the major part of the problems we face, our
battles in other words, are those that we create ourselves, seeking our own
benefit at times. These battles that we wage because of selfishness or pride
are not blessed by God, and their consequences are sorrowful and lead to
suffering and to innocent victims.
As Christians, it would be good if we were to consider the
words of Moses to the people of Israel, this warning that only those struggles
that defend life and human dignity in love, respect and mercy, are those which
God blesses and which have positive outcomes. God is the one who calls us to
battles in which he wants us involved.
Let us be Christian fighters, but be careful! Fighting and
struggling are not the same as quarreling. To fight is to face injustice and to
take to heart the teachings of Jesus. Those struggles are always for the good.
Prayer: Lord, help me to fight without losing heart and by taking
strength from you. Amen.
Translation by
John Potter
CRISTIANOS LUCHADORES
DEUTERONOMIO 1: 34-46
Pero el Señor me dijo que les advirtiera: no vayan a
pelear;
no se expongan a que sus enemigos los derroten,
pues yo no estoy con ustedes.
Deuteronomio 1:42
¿En cuántas luchas te
has metido, a sabiendas ya desde el principio que era una batalla perdida?
¿Cuántas veces ganaste y cuántas perdiste?
En todas las índoles de
la vida, sea en la iglesia, el trabajo, la familia o las relaciones en la
sociedad, nos enfrentamos con problemas que muchas veces son luchas. La
pregunta es ¿Por qué y por quién luchamos? ¿Qué nos mueve: el egoísmo o el
orgullo? ¿Acaso ponemos el problema en oración en las manos de Dios y buscamos
su guía?
La verdad es que la
mayor parte de los problemas que enfrentamos, es decir nuestras luchas, las
generamos nosotros mismos, a veces buscando salir beneficiados. Todas estas
luchas que llevamos adelante por egoísmo o por orgullo, no son bendecidas por
Dios y las consecuencias siempre son dolorosas y conllevan sufrimientos y
víctimas inocentes.
Como cristianos sería
bueno que tuviéramos en cuenta las palabras de Moisés al pueblo de Israel, esta
advertencia de que solo aquellas luchas que defienden la vida y la dignidad
humana en el amor, respeto y misericordia, son las que Dios bendice y en las
cuales las consecuencias son positivas. Dios es el que nos llama a las luchas
en las que Él quiere que nos involucremos. Seamos cristianos luchadores, pero
¡cuidado! Luchar no es lo mismo que pelear. Luchar es enfrentar la injusticia y
ponerles el corazón a las enseñanzas de Jesús, y esas luchas son siempre para
bien.
Oración: Ayúdame Señor, a luchar sin desmayar poniendo la
fuerza en ti. Amén.
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