Saturday,
May 25
JESUS THE SON OF GOD
MATTHEW 14:22-33
Immediately
Jesus reached out his hand and caught him.
“You of little
faith,” he said, “why did you doubt?”
Matthew 14:31
(NIV)
The Christian
community was having many problems in the second half of the first century.
Palestine, the place of its birth, was left behind. The Church was moving in an
unsympathetic world and had a powerful enemy: Rome. The Christians may have
been enthusiastic about the Gospel, but it was not easy to bear witness if they
were barely surviving. The Church was surrounded by hostile forces and every
day a new Pandora’s box opened with all its calamities. The Roman world did not
accept the standards of the Christian faith and many pagans questioned whether Christians
should have the right to justice or life itself. It was not easy to “stay
afloat.” Everything threatened an imminent shipwreck.
In these
circumstances, the author of Matthew recalled a memorable story about Peter. It
was the story of a near disaster, a true shipwreck. The day he tried to walk on
the water the wind was strong and threatened to drown him. Horrified, Peter
cried: Lord, save me. Jesus reached out his hand and rescued him from
his terror. In this experience the disciples and the Gospel writer saw dramatic
evidence of God’s power. They knew him as the Lord of the forces in any
devastating encounter of life. It was a lesson that they had to learn and we
have to learn. We call to the Lord, like Peter: Save me! And we must
trust him.
Prayer: We call to you, Lord, like Peter: Save
me! Amen
Translation by George Meek
JESÚS EL HIJO DE DIOS
MATEO 14:22-33
Al
momento Jesús, extendiendo la mano, asió
de él, y le dijo:
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Mateo
14:31
En
la segunda mitad del primer siglo, la comunidad cristiana estaba experimentando
muchas dificultades. Palestina, el lugar de su nacimiento, quedaba atrás. La
Iglesia ahora se estaba abriendo paso en un mundo sin simpatía y con un enemigo
poderoso: Roma. Por entusiastas que fueran los cristianos acerca del Evangelio,
no era nada fácil ofrecer un testimonio, si apenas podían sobrevivir. La
Iglesia se encontraba rodeada de fuerzas hostiles y cualquier día cabía la
posibilidad de que se abriera una nueva
caja de Pandora con todas sus
calamidades. El mundo romano no honraba
los estandartes de la fe cristiana y muchos paganos ponían en duda si debieran
o no tener derecho a la justicia y la
vida misma. No era fácil “mantenerse a flote”. Todo amenazaba naufragio
inminente.
En
estas circunstancias el escritor del libro de Mateo recordó una historia
memorable acerca de Pedro. Era la historia de lo que fue casi un desastre, un
verdadero naufragio. El día que quiso caminar sobre las aguas el viento estaba
soplando fuertemente y amenazaba con lanzarlo a las olas. Horrorizado Pedro
exclamó: Señor, sálvame. Jesús extendió su mano y lo rescató de su
terror. Los discípulos y el escritor del Evangelio vieron en esta experiencia
una evidencia dramática del poder de Dios. Ellos le conocían como el Señor de
las fuerzas presentes en cada encuentro devastador de la vida. Fue una lección
que ellos tenían que aprender, es una lección que nosotros tenemos que
aprender. Clamemos al Señor como Pedro: ¡Sálvame! Y tengamos fe.
Oración: A ti clamamos Señor, como Pedro: ¡Sálvame! Amén
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