Thursday,
September 18
A PROPHET IN HIS OWN COUNTRY
JOHN 4:43-54
“Now Jesus himself had pointed out that a prophet has no honor in his own
country.”
John 4:44
I have been
trying, without success, to put together the personal data of Joseíto
Fernández, “the King of Melody”. I
remember him as one of the best—if not the best—interpreter of our traditional
music. Unfortunately, the song ‘Guantanamera' became synonymous with
tragedy. The daily transmissions of the
composition were such that when people saw someone becoming a social scourge,
they would say: “Listen, you better
watch out before they start singing you a Guantanamera.” One day someone from
some foreign country popularized our beloved 'Guantanamera' and its popular but
not uncertain “prophesy” came true.
The
prophet from the neighborhood of the Places in the City of Havana took his
place in the history of our nation. You and I are also prophets in our own
country and in our own neighborhoods: at your workplace, where your message is
within what everyone sees. You are a prophet in your Church, where being a
protagonist, or the longings for leadership have not been corrupted. You have
to be a prophet in the midst of the blind and worse, of those who only see what
they want to see. Being a prophet is not
easy and if it were, it would not be worthwhile, because then anyone could be a
prophet.
Prayer: Allow us, Lord, to be instruments in your hands as good prophets. Amen.
PROFETA EN SU TIERRA
JUAN 4:43-54
“Porque Jesús mismo dio testimonio de que
el profeta no tiene honra en su propia tierra”
Juan 4:44
He tratado de completar, aún sin lograrlo, los datos
personales de Joseíto Fernández el “Rey de la Melodía”. Le recuerdo como uno de
los mejores – sino el mejor – interprete de nuestra música tradicional.
Lamentablemente la “Guantanamera” hizo binomio con
la tragedia. A tal punto llegó la diaria transmisión de las décimas de la composición
que la gente, cuando veía a alguien convirtiéndose en una lacra social le
decía: “Oye cuídate o cualquier día te cantan una Guantanamera”. Un día llego
alguien procedente de algún país lejano y popularizó nuestra querida
“Guantanamera”; y valoró su “profecía” popular pero no incierta. El profeta del
barrio de los Sitios en Ciudad de la Habana entró de lleno en nuestra historia.
Usted y yo también somos profetas en nuestra propia tierra y en nuestro propio
barrio; en su centro de trabajo, donde su mensaje está en lo que todos ven.
Usted es profeta en su Iglesia, donde el protagonismo o ansias de liderazgo no
lo ha corrompido. Usted tiene que ser profeta en medio de los ciegos y de los
peores que sólo ven lo que les conviene. Ser profeta no es fácil y si lo fuera
no valdría la pena, porque cualquiera fuera profeta.
Oración: Permítenos Señor, ser instrumentos en tus manos
como buenos profetas. Amén,
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