Wednesday, February 15
A NEW HEAVEN, A NEW
EARTH
2 PETER 3:13
But in keeping with
his promise
we are looking
forward to a new heaven and a new earth
where righteousness
dwells.
2 Peter 3:13
There once was a man who decided to change the world; “I will begin with my
city,” he said to himself, “Oh no, it’s enormous! Better to begin in my
neighborhood.” But then he realized that many people lived in his neighborhood,
and it would be very hard to change them, and understood that it would be
better to begin with his family, but then he also thought, “in my family there
are so many problems, and so little communication.” And thus he withdrew,
crestfallen, asking, “How will I do it? How does one change the world? Is it
possible? Now I know! I’ll begin with
myself.” So, in the end, if we want to change the world, we should begin by
changing ourselves.
When I read this text,
I remembered a scene from the lives of the disciples in the Gospel of John.
Jesus had been crucified, and the disciples felt their hopes had died as well.
Their lives had lost meaning, so they gathered in a room, closed the door, and
hid there, dying of fear. But Jesus, despite the closed door, enters and says,
“Peace be with you.” Jesus wanted to offer them more than a greeting; he wanted
to give them peace, his peace, and once having declared it, the breath of life,
the Holy Spirit, blew among them.
Just as in Genesis,
God blew the breath of life, and the “man became a living being,” Jesus gives his
disciples the renewing strength of the Holy Spirit. The disciples’ lives
returned to them with a new meaning. They would go out knowing that, as men and
women disciples, they had a new mission to accomplish: to transmit hope, with
the certainty that God can make all things new.
Prayer: Lord, when I feel lost, when the clouds are
so thick that I cannot see the horizon, help me remember that you can make all
things new. Amen.
Translated by
John Walter
UN
CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA
PEDRO 3: 13
Pero
nosotros esperamos según sus promesas
cielos nuevos y tierra nueva en los cuales more la
justicia.
Nosotros
esperamos una nueva creación
Pedro 3: 13
“Existió un hombre que decidió cambiar
el mundo: - Empezaré por
mi ciudad- se dijo:- Oh no, ¡es muy grande! Empezaré mejor por mi barrio,- pero entonces se dio cuenta que en su
barrio vivía mucha gente y que les sería muy difícil cambiarlos, comprendió que
sería mejor empezar por su familia, pero también pensó: - En mi familia hay tantos problemas, es tan escasa la
comunicación, - y así se retiró cabizbajo: ¿Cómo lo haría? ¿Cómo cambiar el
mundo?, ¿es eso posible?- ¡Ya sé! Empezaré por mí. En fin: si queremos cambiar el mundo, debemos comenzar
cambiándonos a nosotros mismos.”
Siempre
que leo este texto recuerdo una
escena de la vida de los discípulos que narra el Evangelio de Juan. Jesús había
sido crucificado, y los discípulos sentían que morían también sus esperanzas. Sus
vidas habían dejado de tener sentido, por lo que se metieron en una habitación,
cerraron la puerta y se escondieron allí muertos de miedo. Pero a pesar de las puertas cerradas, Jesús entra y les dice: “Paz a vosotros”. Jesús quería ofrecerles algo más que un saludo. Quería darles la Paz, su Paz. Por lo
que dicho esto, sopló entre ellos el aliento de vida, el Espíritu Santo. Así
como en Génesis, Dios sopló aliento
de vida “y fue el ser humano un
ser viviente”, Jesús le da a sus discípulos la fuerza renovadora del Espíritu
Santo. Ellos
regresaban a la vida con un nuevo sentido. Saldrían afuera, sabiendo
que, como discípulos y discípulas,
tenían una misión que cumplir: transmitir
esperanza, con la certeza de que Dios puede hacer nuevas todas las cosas.
Oración:
Señor, cuando me sienta perdido,
cuando las nubes sean tantas que no pueda ver el horizonte, hazme recordar que
tú puedes hacer nuevas todas las cosas. Amén
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