Friday, April 14, 2017

Friday, April 14 GOOD FRIDAY THIRST PSALM 22:15-18

Friday, April 14
GOOD FRIDAY 
THIRST
PSALM 22:15-18

Later, knowing that everything had now been finished,
and so that Scripture would be fulfilled, Jesus said, “I am thirsty.”

John 19:28


Thirst is one of the most frightening agonies a human can suffer. It’s quite true there are people who have endured hunger for some weeks, but thirst will lead to death in a few days.

Jesus, on suffering physical thirst, confronts us with injustice and the derision that we as humans are capable of perpetuating. He, who offered living water to all those who wanted it, experienced thirst in the final moments of his life, in his earthly existence.

Beyond physical thirst he experienced a thirst for faithfulness, for commitment, for justice, a thirst that was not satiated by the majority of his disciples, much less by his people.

It’s sad that today, as in those times, we call ourselves Jesus’s followers, but we are not capable of satiating his thirst. We offer thousands of excuses at the hour of responding to his call and of working in a consistent manner for God’s kingdom, because “our duties are more important.” The best way of remembering Jesus’s death today is committing ourselves to him. Don’t let the Lord suffer thirst because of us.

Prayer: Beloved Lord, you suffered unimaginable agonies of body and spirit, dragging our sins to the cross. How can we show you our love and gratitude? Take our lives as a sacrifice, and may this be pleasing to you. Help us to bring your kingdom to others, so that they might enjoy your eternal salvation. We implore this in your name. Amen.

Translated by John Walter





VIERNES SANTO

SED
SALMO 22:15-18

Sabiendo Jesús que todo ya estaba consumado, dijo,
para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed
Juan 19:28


La sed es una de las más espantosas agonías  que el ser humano puede sufrir. Si bien es cierto que ha habido quienes han soportado el hambre por varias semanas, la sed provoca la muerte en unos pocos días.
Jesús, al sufrir  la sed física, nos pone frente a la injusticia y el escarnio que somos capaces de perpetrar los seres humanos. Él, que ofreció el agua viva a todo aquel que la quisiera, tuvo sed en el último momento de su vida, en su paso por la tierra.
Además de la sed física, tuvo sed de fidelidad, de compromiso, de justicia. Una sed que no fue saciada por la mayoría de sus discípulos y mucho menos por su pueblo.
Es triste que hoy, como en aquel tiempo, nos llamemos seguidores de Jesús, pero no somos capaces de saciar su sed. A la hora de responder a su llamado y trabajar de manera consecuente para la obra de Dios, ponemos miles de excusas, porque “lo nuestro es más importante”. La mejor manera de recordar la muerte de Jesús en este día, es comprometiéndonos con él. No dejemos que el Señor sufra sed de nosotros.


Oración: Amado Señor, tú sufriste indecibles agonías de cuerpo y de espíritu, llevando nuestros pecados en la cruz. ¿Cómo podremos mostrarte nuestro amor y gratitud? Toma nuestra vida como un sacrificio, y que este sea agradable delante de ti. Ayúdanos a traer a otros a tu Reino, para que disfruten de tu eterna salvación. En tu nombre lo imploramos. Amén.  



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