Friday, April 7
THE DRIVING LESSON
PHILIPPIANS 2:1-4
Let each of you
look not to your own interests,
but to the
interests of others.
Philippians 2:4
A man was taking his first driving lesson in a field. In one
hour he had learned how to start the car, to put it in reverse, to go forward
and to drive it quite well. He came to the conclusion that it was something
quite easy, so his instructor suggested that he practice on a highway full of
movement. After doing it a few minutes, he had an accident with another car.
Then he remarked to his instructor, “If it weren’t for all the other cars, it
would be a simple matter.” He quickly learned that driving a car carries an
important responsibility. One must be more careful with other drivers than with
oneself.
Most of us have observed that the human ego rises to the
surface when behind the wheel of a car. Many drivers on the highway devote
themselves to making a racket with their horn, to cutting off and offending
other drivers. As Christians, we should demonstrate our faith even in our
driving habits. If we look to the interests of others, as Paul urges us, we
will be polite, patient, and thoughtful and accustom ourselves to respect the traffic
laws.
In life, as on the highway, we shouldn’t live as if we were
the only ones. We need to learn to coexist with others. The grace of God must
make itself seen constantly in all our relationships. Even though those who may
cut us off are in the wrong, we must always see them with God’s eyes. Let’s
show consideration and kindness to our companions and our fellow travelers on
the road of life.
Prayer: Lord, may you be with all those who seek you and want to
accept you wholeheartedly. Show yourself so that they may know you. Amen.
Translated
by John Potter
LA LECCIÓN DE CONDUCCIÓN
FILIPENSES 2:1-4
No mirando cada uno por lo suyo propio,
sino cada cual también por lo de los otros.
Filipenses 2:4
Un hombre estaba tomando
su primera lección de conducir autos en el campo. En una hora había aprendido a
encender el carro, a poner la marcha atrás, ir adelante y manejarlo bastante
bien. Llegó a la conclusión de que era algo fácil, por lo que su instructor le
sugirió que practicara en una carretera llena de movimiento. Después de hacerlo
por unos minutos, tuvo un percance con otro auto. Entonces le comentó a su
instructor: “Si no fuera por todos los demás autos, sería cosa sencilla” Aprendió rápidamente que
conducir autos conlleva una importante responsabilidad. Uno tiene que cuidarse
de los otros conductores más que de uno mismo. La mayor parte de nosotros hemos
observado que el egoísmo del ser humano sale a la superficie cuando se va
detrás del volante de un auto. Muchos choferes se dedican en la carretera a
tocar estruendosamente el claxon, o a interrumpir el paso y ofender a otros
choferes. Como cristianos deberíamos expresar nuestra fe incluso en los hábitos
de conducción. Si miramos por los intereses
de los demás, como nos exhorta Pablo, seremos corteses, pacientes y
reflexivos y nos ajustaremos a respetar las leyes del tráfico.
En la vida, como en la
carretera, no podemos vivir como si fuéramos los únicos. Tenemos que aprender a
convivir con los demás. La gracia de Dios tiene que manifestarse constantemente
en todas nuestras relaciones. Aunque estén equivocados aquellos que se cruzan
en nuestro camino, tenemos que mirar siempre con los ojos de Dios. Mostremos
consideración y amabilidad para con nuestros compañeros y nuestras compañeras
de viaje en el camino de la vida.
Oración: Señor, sé tú con aquellos que te buscan y quieren
aceptarte de todo corazón. Manifiéstate para
conocerte. Amén.
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