Wednesday, April 26
Anniversary of the Church San Nicolás de Bari
THE WATER THAT QUENCHES
OUR THIRST
JOHn
4:7-15
“…but whoever drinks the
water I give him will never thirst. Indeed, the water I give him will become in
him a spring of water welling up to eternal life.”
John 4:14
There is a story about a man who was traveling on the ocean when his ship
sunk. After drifting for several days,
he was found by a fishing boat. Once he had recuperated from his ordeal, he
told how he had committed an error during the shipwreck: when he became thirsty, he drank saltwater.
Instead of quenching his thirst, it added to his dehydration and worsened his
condition.
We often commit the same error as the man in this story. We thirst for love, for understanding, for
meaning in our lives, and we try to quench it with things that, far from
helping us, only make things worse: an
addiction, money, feeding our egos, yearning for power, etc.
Jesus promised us water that will quench our thirst forever. Let us stop filling our bodies with “the
saltwaters of this world.” Let us
dedicate more time to prayer, to cultivating our spiritual lives, to reading
the bible and to gathering together with our brothers and sisters in the faith.
Let us
actively participate in the life of the church, sharing our gifts and being
citizens of good deeds.
Prayer: Jesus,
you who are our living water, fill our lives
so that we no longer thirst. Forgive us
when we try to sate our desires with water that, far from helping us, harms us
instead. Amen.
Translation by Elisa Menocal
Aniversario IPR de San Nicolás de Bari
EL AGUA QUE
SACIA NUESTRA SED
Juan 4:7-15
mas
el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás;
sino que el agua que yo le daré será en él
una
fuente de agua que salte para vida eterna.
Juan
4:14
Cuentan que una vez un hombre viajaba por el
océano y su barco se hundió. Luego de andar a la deriva por varios días, fue
encontrado por un bote pesquero. Al recuperarse de su pésima condición, contó
su testimonio acerca de un error cometido durante su naufragio: al sentir sed,
bebía agua salada. Esto, lejos de saciar su sed, favorecía la deshidratación,
empeorando su situación.
Muchas veces cometemos el mismo error del hombre
de esta historia. Tenemos sed de amor, de comprensión, de sentido para nuestras
vidas e intentamos saciarla con cosas que lejos de ayudarnos nos perjudican
más: una adicción, el dinero, la alimentación de nuestro ego, el ansia de
poder, etc.
Jesús nos prometió un agua que saciaría nuestra sed
para siempre. Dejemos de llenar nuestros cuerpos de “las aguas saladas de este
mundo”. Dediquemos más tiempo a la oración, a cultivar nuestra vida
espiritual, a leer la biblia y reunirnos con nuestros hermanos y hermanas en la
fe. Participemos activamente de la vida de la iglesia, compartamos nuestros
dones y seamos ciudadanos de bien.
Oración: Jesús, tú
que eres nuestra agua viva, sacia nuestras vidas para que no tengamos más sed.
Perdónanos cuando intentamos saciarnos con las aguas que lejos de ayudarnos,
nos hacen daño.
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