Tuesday, March 20, 2018

Tuesday, March 20 A COMPASSIONATE AND NEARBY GOD Matthew 9: 35-38


Tuesday, March 20

A compassionate and NEARBY God
matthew 9: 35-38

“Therefore, plead with the Lord of the harvest to send out workers for his harvest.”
Matthew 9:38 (CEB)

How hard it has been for human beings to believe in a nearby God, to believe in a God who is amid the suffering of the people.  We are more convinced of the opposite—always   imagining a God who is beyond us, sitting on his throne, enveloped in his glory and power.

The Gospel for today belies this distant and inaccessible posture that we have constructed for God.  Jesus is human, the human face of God, and he sympathizes with an exhausted and abandoned crowd.  God incarnate in Jesus does not only think about the human being, he is committed to and suffers with this same human being. God has not bet on the uncertainty of humans but has lived a life in human form. 

God is not just a passive listener; God is an active collaborator in the concrete and objective reality of his people.  In the person of Jesus, God himself came to heal and to save humanity. 

This short passage serves as a bridge between the story of the ministry of Jesus and the extension of his ministry to his disciples.  The need was too much for Jesus to fill alone, and thus he asked for help from some of his closest followers.  The base of this mission was compassion, a strong word for the touching answer that always resulted in caring action that we all should imitate.

Prayer:  My compassionate God, may the multitude also touch us and push us to be caring like you.  Amen. 


Translation by Deborah McEachran


UN DIOS compasivo y CERCANO
Mateo 9: 35-38

“Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”
Mateo 9:38

¡Qué difícil le ha sido a los seres humanos creer en un Dios cercano, creer en un Dios que está en medio del sufrimiento de los pueblos! Por muy convencido que estemos de lo contrario siempre tendemos a representarnos en un Dios “del más allá”, sentado en su trono, envuelto en gloria y poder.

El Evangelio de hoy desmiente esa postura lejana e inaccesible que nosotros nos hemos construido de Él. Jesús que es la humanidad o sea la cara humana de Dios, se compadece de una muchedumbre extenuada y abandonada. El Dios encarnado en Jesús no sólo contempla al ser humano, también se compromete y sufre con ese mismo ser humano. Dios no ha apostado por una humanidad incierta sino por distintos rostros dañados por la imperfección.

Dios no es un simple oyente pasivo; es un colaborador activo en la realidad concreta y objetiva de su pueblo. En la persona de Jesús Dios mismo venía a sanar y a salvar la humanidad.

Este breve pasaje sirve de puente entre el relato del ministerio de Jesús y la extensión de ese ministerio a sus discípulos. La necesidad era demasiado grande para cumplirla Jesús solo, así que pidió ayuda a algunos de sus seguidores más cercanos. La base de esta misión era la compasión, una palabra fuerte para una respuesta conmovedora que siempre da como resultado una acción de cuidado que todos debemos imitar.

Oración: Mi Dios compasivo que también a nosotros la multitud nos conmueva y nos impulse a su cuidado. Amén.


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