Tuesday, March 20
A compassionate and NEARBY God
matthew 9: 35-38
“Therefore, plead
with the Lord of the harvest to send out workers for his harvest.”
Matthew 9:38 (CEB)
How hard it has been
for human beings to believe in a nearby God, to believe in a God who is amid
the suffering of the people. We are more
convinced of the opposite—always imagining a God who is beyond us, sitting on
his throne, enveloped in his glory and power.
The Gospel for today
belies this distant and inaccessible posture that we have constructed for
God. Jesus is human, the human face of
God, and he sympathizes with an exhausted and abandoned crowd. God incarnate in Jesus does not only think
about the human being, he is committed to and suffers with this same human
being. God has not bet on the uncertainty of humans but has lived a life in
human form.
God is not just a
passive listener; God is an active collaborator in the concrete and objective
reality of his people. In the person of
Jesus, God himself came to heal and to save humanity.
This short passage
serves as a bridge between the story of the ministry of Jesus and the extension
of his ministry to his disciples. The
need was too much for Jesus to fill alone, and thus he asked for help from some
of his closest followers. The base of
this mission was compassion, a strong word for the touching answer that always
resulted in caring action that we all should imitate.
Prayer: My compassionate
God, may the multitude also touch us and push us to be caring like you. Amen.
Translation by
Deborah McEachran
UN DIOS compasivo y CERCANO
Mateo 9: 35-38
“Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”
Mateo
9:38
¡Qué
difícil le ha sido a los seres humanos creer en un Dios cercano, creer en un
Dios que está en medio del sufrimiento de los pueblos! Por muy convencido que
estemos de lo contrario siempre tendemos a representarnos en un Dios “del más
allá”, sentado en su trono, envuelto en gloria y poder.
El
Evangelio de hoy desmiente esa postura lejana e inaccesible que nosotros nos
hemos construido de Él. Jesús que es la humanidad o sea la cara humana de Dios,
se compadece de una muchedumbre extenuada y abandonada. El Dios encarnado en
Jesús no sólo contempla al ser humano, también se compromete y sufre con ese
mismo ser humano. Dios no ha apostado por una humanidad incierta sino por
distintos rostros dañados por la imperfección.
Dios
no es un simple oyente pasivo; es un colaborador activo en la realidad concreta
y objetiva de su pueblo. En la persona de Jesús Dios mismo venía a sanar y a
salvar la humanidad.
Este
breve pasaje sirve de puente entre el relato del ministerio de Jesús y la
extensión de ese ministerio a sus discípulos. La necesidad era demasiado grande
para cumplirla Jesús solo, así que pidió ayuda a algunos de sus seguidores más
cercanos. La base de esta misión era la compasión, una palabra fuerte para una
respuesta conmovedora que siempre da como resultado una acción de cuidado que
todos debemos imitar.
Oración:
Mi Dios compasivo que también a nosotros la multitud nos conmueva y nos impulse
a su cuidado. Amén.
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