Saturday,
March 24
THREE TIMES
JOHN 21:15-19
(Jesus) said to
him:
“Simon, son of John, do you love me?”
John 21:17 (NIV)
It is painful to face our own errors,
recognize our failures, and measure ourselves with our own weakness. But it is
a necessary pain, one that strengthens us when we are capable of sincere
confession, ask for help, and have confidence in the Lord, who is once again
calling to us. With the arrogance that makes us think we are stronger than we
really are, Peter had said that even though he had to die he would not deny
Jesus. The triple repetition confronted his own weakness and the need to
recognize that our intentions cannot be affirmed solely based on our own will
power. Jesus did not repeat the question to Peter as many times as Peter would
later deny him to incriminate him, but to show him that he will have as many
times to rely on his understanding and pardon, because he repeats three times
the order to feed his sheep.
We are somewhat like Peter: arrogant
when we think we have all the decisions in our hands, trusting in our imperfect
will that does not know everything, and fear overcomes us, and we are once
again undecided. But we are fortunate when we can recognize ourselves as such,
full of contradictions, but feeling that Christ is calling us and bidding us
feed his sheep. We are his disciples, not because of our own merits; we are his
church, not because of our goodness. We have been called his children because
he is prepared to pardon our errors and weaknesses. What a blessing to recognize
them and to be appreciated, perhaps precisely because of that recognition!
Prayer: Lord, pardon us today for so many times
that we, like Peter, are arrogant and seized by fear. Thank you for your pardon
forever. Amen.
Translation
by George Meek
TRES VECES
JUAN 21:15-19
Por tercera vez
(Jesús) le preguntó:
“Simón, hijo de
Juan, ¿me quieres?
Juan 21:17
Es doloroso
mirarnos de frente con nuestros propios errores, reconocer los fracasos,
medirnos con nuestra propia debilidad. Pero es un dolor imprescindible,
fortalecedor, cuando somos capaces de la
confesión sincera, del pedido de ayuda y de confianza en el Señor que nos
renueva el llamado. Con la soberbia que nos hace creernos más fuertes de lo que
somos, Pedro había afirmado que aunque tuviese que morir, no negaría su
filiación con Jesús. La triple reiteración lo confronta contra su propia
debilidad y la necesidad de reconocer que nuestros propósitos no pueden
afirmarse sólo en el poder de nuestra voluntad. Jesús no reitera la pregunta a
Pedro para incriminarlo tantas veces como falló para negarlo luego, sino para
demostrarle que tendrá las mismas oportunidades de contar con su comprensión y
perdón, porque tres veces también da la orden de cuidar a sus ovejas.
Nosotros somos
Pedro de alguna manera: soberbios cuando creemos tener todas las decisiones en
nuestras manos, confiados en una voluntad propia que no conocemos del todo, nos
gana el temor y nos volvemos indecisos. Pero dichosos nosotros cuando somos
capaces de reconocernos así, llenos de contradicciones, pero sintiendo que
igualmente Cristo nos llama y nos ordena cuidar de sus ovejas. Somos sus
discípulos, no por nuestros merecimientos; somos su iglesia, no por nuestra bondad.
Hemos sido llamados hijos suyos porque Él
está dispuesto a perdonar
nuestros errores y debilidades. ¡Qué bendición poder reconocerlos y ser
valorados, quizás precisamente por ese reconocimiento!
Oración: Señor, perdónanos
hoy las tantas y tantas veces que, como Pedro, somos soberbios y el temor se
apodera de nosotros. Gracias por tu
perdón siempre. Amén.
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