Tuesday, July 26
THE POWER OF PRAYER
MATTHEW 5:43-44
“Love your enemies and
pray for those who persecute you…”
Matthew 5:44
We often ask ourselves
what we can do for others, especially for those who have greater needs. It is
not a sign of weakness when we say: “We need to pray for one another.”
Praying for others is,
above all else, acknowledging in God’s presence that we belong to a family, the
family of faith. We are sons and daughters of the same Heavenly Father; we are
brothers and sisters, not competitors or rivals.
Prayer, in other words,
is listening to the voice of the only one who called us beloved; it is learning that that voice excludes no one.
Praying for our family
and friends is sometimes necessary, but when we should express that solidarity
for those who have harmed us, it then becomes very complicated. Few are capable
of saying as Jesus did: “Father, forgive
them, because they don’t know what they are doing.” And perhaps due to our instinct for
survival, we are predisposed to react aggressively towards those who offend us.
But today’s devotional
gives us a clear warning. Wherever I
live, God lives with me, and wherever God lives with me, I encounter all of my
brothers and sisters. An intimacy with
God and solidarity with all people are two aspects of life which can never be
separated.
Prayer: Today I will examine how
I am bound by my worldly compulsions; I will name many of them now in my heart.
Help me, Lord, to free myself from them so that I can hear your spirit of love.
Amen.
Translated
by Elisa Menocal
EL
PODER DE LA ORACIÓN
MATEO
5:43-44
Amad a vuestros enemigos, haced bien a
los que aborrecen
y orad
por los que os ultrajan y persiguen
Mateo
5:44
A
menudo nos preguntamos qué podemos hacer por los demás, especialmente por los
que tienen más necesidad. No es un signo
de impotencia cuando decimos: “debemos orar los unos por los otros”
Orar por los otros es, primero que todo,
reconocer ante la presencia de Dios que pertenecemos a una familia, la familia
de la fe. Somos hijos e hijas del mismo Padre Celestial, somos hermanos y
hermanas, no competidores o rivales.
Orar,
es decir, escuchar la voz del único que nos llama amados, es aprender
que esa voz no excluye a nadie.
Orar
por nuestros familiares y amigos es en ocasiones una necesidad, pero cuando
debemos expresar esa solidaridad por quienes nos han hecho daño, entonces nos
resulta muy complicado. Pocos son capaces de decir como Jesús: “Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y es que, quizás por nuestro instinto
de supervivencia, tenemos una predisposición a reaccionar agresivamente ante
los que nos ofenden.
Pero
la meditación de hoy nos hace una clara advertencia. Donde yo habite, Dios
habita conmigo, y donde Dios habite conmigo encuentro a todos mis hermanos y
hermanas y así la intimidad con Dios y la solidaridad con todas las personas
son dos aspectos del vivir que nunca pueden separarse.
Oración:
Hoy examinaré todas mis compulsiones mundanas cómo me aferro a ellas,
nombro muchas de ellas en mi corazón ahora. Ayúdame, Señor, a liberarme de
ellas para que yo pueda escuchar tu espíritu de amor. Amén.
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