Saturday, July 9, 2016

Saturday, July 9 A Knock REVELATION 3:1-20

Saturday, July 9
A KNOCK
REVELATION 3:1-20

Behold, I am at the door and I am calling….

Revelation 3:20

In our times it’s quite rare that we’d open the door of our house to someone without already knowing them. Many houses are so wrapped in bars that they seem like jails. This is because we’re living in times when people distrust others, and strangers even more so.  

This distrust puts us so much on the defensive that sometimes we lose the opportunity to meet special people in our lives, since not everyone who approaches us has bad intentions.

Sisters and brothers, our lives cannot be closed, because if they are we can shut ourselves off from the possibilities that God brings to our doors.

This very minute God can be calling at your life. Maybe you’re distressed, alone or depressed, and haven’t taken the trouble to listen to Him. Open your life to Him, and He will come in and keep the most cordial and most beneficial company with you; a companionship which you’ll never stop wanting or needing. Strip those bars from your heart that you yourself have erected, those that impede you from meeting someone so special as Jesus, the best of friends. 

Prayer:  Lord, thank you for knocking at my door. Sharpen my ears to hear your call. Give me the strength and sensibility to trust and open the doors of my life to you without reserve. Amen.

Translated by John Walter


UN TOQUE
APOCALIPSIS 3: 1-20

He aquí yo estoy a la puerta y llamo….

Apocalipsis 3:20


Es bien difícil en nuestro tiempo que alguien toque a la puerta de una casa y se le abra sin conocerle. Muchas casas están todas tan llenas de rejas, que parecen cárceles.
Es que se viven tiempos donde las personas desconfían de los demás y mucho más de los desconocidos.
Esta desconfianza nos pone tan a la defensiva que en ocasiones nos perdemos la oportunidad de conocer personas especiales en nuestra vida, pues no todo el que se acerca, viene con malas intenciones.
Hermanas y hermanos, nuestras vidas no pueden estar cerradas, porque así podemos cerrarnos a las posibilidades que Dios pone ante nuestra puerta.
Ahora mismo, Dios puede estar llamando a tu vida. Tal vez estás angustiada, en soledad o deprimido y no te has tomado el trabajo de atenderle. Ábrele tu vida y entrará y te hará compañía,  la más cordial y beneficiosa, esa que nunca vas a dejar de desear y necesitar. Quita de tu corazón esas rejas  que le has puesto y que te impiden encontrarte con alguien tan especial, Jesús, el mejor de los amigos.


Oración: Señor, gracias por tocar a mi puerta. Agudiza mis oídos para escuchar tu llamado. Dame la fortaleza y sensibilidad para confiar y abrirte las puertas de mi vida sin reservas. Amén.




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