Friday, September 9
BEING HAPPY IS NOT
A SIN
JOHN 2:1-11.
But you have kept
the good wine until now
John 2:10c
The Jesus that this story depicts is not a bitter soul, but
rather one who enjoys the happiness of others. He was always alert to what was
going on around him, seeking to convert sorrow into joy.
Despite knowing this, we sometimes display sorrow as an essential
part of the Christian faith, denying ourselves the opportunity to appreciate
the greatest mark of Jesus’ presence in each small moment of joy–moments that
do not return. Perhaps those who are with me today will not be here tomorrow.
That’s why we need to live fully in the happiness of each day, of every
occasion that God gives to us. We should learn to discover Jesus in the joy of
each small moment, in the daily miracles, but also in those hard moments,
moments of fear and sorrow.
Let’s invite Jesus into the feast of our lives every day,
for only in so doing can we replace what saddens us with the wine of happiness
that fills us with the strength to live.
Prayer: Lord, turn our sadness into joy in order to move closer to
you. Let us make miracles in the lives of others so that they do not lack any joy
in the feast of life. Amen.
Translated by
John Potter
NO ES PECADO SER FELIZ
JUAN 2:1-11.
Tú has guardado el mejor vino hasta ahora.
Juan 2:10c
El Jesús que nos muestra esta
historia no era un amargado, sino que disfrutaba la alegría de otros. Siempre
estaba atento a lo que pasaba a su alrededor, buscando transformar la tristeza
en alegría.
A pesar de saber esto, a veces
mostramos la tristeza como parte esencial de la fe cristiana, negándonos a la
realidad de que las más grandes señales de la presencia de Jesús las podemos
apreciar en cada pequeño momento de alegría. Momentos que no vuelven. Quizás
aquellos que hoy comparten conmigo mañana no estén. Por eso necesitamos habitar
plenamente en la felicidad de cada día, en toda ocasión que nos regale Dios.
Debemos aprender a descubrir a
Jesús en la alegría de cada pequeño momento, en los milagros cotidianos, pero
también en los duros momentos, los de miedo y tristeza.
Invitemos a Jesús cada día a
la fiesta de nuestra vida, solo así podrá sustituir lo que nos entristece, con
el vino de la alegría que nos llena de fuerzas para vivir.
Oración: Señor, convierte nuestra tristeza en alegría para
caminar hacia ti. Que podamos hacer milagros en la vida de otros, para que no
les falte la alegría en la fiesta de la vida. Amén.
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