Wednesday, November 1
All Saints Day
TRUST VS WORRY
PSALM 43:4-5
Why
are you cast down, O my soul, and why are you disquieted within me?
Hope in God; for I shall again praise him, my help and my
God. (NRSV)
Psalm. 43:5
Worry has
devastating effects on us; it affects us physically as it often prevents us
from eating or sleeping. It controls our lives and thoughts and interferes with
our faith in God.
There are times
when it is impossible not to worry but our common sense and our need for mental
health tell us that our worrying always and about everything can be a sick
habit. When unpleasantness happens, it is not a question of our seeing life as
bitter and making life miserable for those around us, but of thinking acutely
and reasoning sensibly. It’s a question of reason and intelligence, not of
imaginings and emotionalism. The truth is that we worry about too many things,
many of which are of no more importance than what is produced by unbridled imagination.
There is one
thing that we must learn: to wait until things happen before worrying about
them. We ought to be concerned (or rather better able to deal) when things occur or
are imminent and not when they are at the level of speculation or are rumors which
could prove to be unfounded. Fantastic fears wreak more damage than the things
themselves. That’s why, in this, the one who waits does not despair. There’s a
saying that helps us to understand what I am saying: “Don’t cross the bridge
before you get to the river.”
It is a question
of learning to prioritize: to not give more importance to events than they have
but only what they really deserve. That trusting Christ, and that trust’s
consequences for us, is the best antidote to worry.
Prayer: Lord, may we be able to say with the Psalmist: I have put my trust in God my Salvation. Amen.
Translation by John Potter
Día de Todos los Santos
Confianza vs preocupación
SALMO 43:4-5
¿Por qué voy a estar
preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios.
Salmo. 43:5
La preocupación tiene efectos devastadores, nos afecta
físicamente porque muchas veces nos impide dormir o comer, controla nuestra
vida y pensamientos y afecta la confianza que podemos tener en Dios.
Hay algunas ocasiones cuando es imposible dejar de
preocuparnos, pero nuestro sentido común y nuestra necesidad de mentes sanas
nos dice que el preocuparnos siempre y por todo puede ser un hábito enfermizo.
Cuando suceden cosas desagradables, no es cuestión de amargarnos la existencia
y hacerles imposible la vida a los demás, sino de pensar agudamente y de
razonar convenientemente. Es cuestión de razón y de inteligencia, no de
imaginaciones y emocionalismos. La verdad es que nos preocupamos por demasiadas
cosas, muchas de las cuales no tienen más importancia de la que produce nuestra
imaginación desenfrenada.
Una cosa por lo menos debemos aprender: a esperar a
que las cosas sucedan, antes de preocuparnos por ellas. Debemos preocuparnos, (o
mejor ocuparnos) cuando los hechos ocurren, o cuando son inminentes, y no
cuando las cosas están en el plano de la especulación o los rumores, que
pudieran ser infundados. Los miedos fantasmales hacen más daño que los hechos
mismos. Por eso, en esto, el que espera
no desespera. Hay una frase que ayuda a comprender lo que queremos decir: “no
debemos cruzar el puente antes de llegar al río”
Es cuestión de aprender a priorizar: no dar más
importancia a los acontecimientos que aquella que realmente tienen, pero dar
toda importancia a lo que verdaderamente lo tiene. Lo que se quiere decir es
que confiar en el hecho Cristo y en sus consecuencias para nosotros, es el
mejor antídoto contra las preocupaciones.
Oración: Señor, que podamos decir como el salmista: Mi confianza he puesto en Dios mi Salvador.
Amén.
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