Monday, June 4
HOME, SWEET HOME
JOSHUA 24: 14-17
“. . . but as for
me and my household, we will serve the LORD.”
Joshua 24:15b (NRSV)
Statistics
show that more than half of the people who marry, divorce within two years.
Hence, today we can no longer consider “Christian marriage” as we
conventionally did, and we may have to think more about these break-ups which
sometimes happen even among those who believe in Christ. Modern society with
its alarming complexity has turned the home into a “hotel” or a simple “tavern”
where we eat some food as quickly as possible and where we spend part of the
night. Someone has compared what we call home with a big closet in which we
have locked all our belongings. We really don’t live in our homes anymore, and
this displacement to other centers (work, education, recreation) has deprived
the home of its primary function, the maintenance of unity and cohesion in the
family. The lack of common interests makes it easier to be close to someone at
work or in class than with our own brothers. “The fire of the hearth has been
extinguished.”
Joshua’s
complaint against the people’s lack of reverence has often served as
inspiration for us . . . as for me and my
family, we will serve the Lord. Haven’t we wondered if our family really
serves the Lord with us?
Christ is
not always a guest at our table, the guest of honor, a silent witness to our
conversation. Our home does not revolve around his radiant personality, and we
realize that those things which we cherish most are not transmitted to our
children with the power with which we feel them. Let’s make our homes Christian
if we hope to have durable homes. This week let’s strive with perseverance to
make our home come to be one of those which serves
the Lord.
Prayer: Beloved God, care for our Christian family and our homes. Amen.
Translation by John Potter
HOGAR, DULCE HOGAR
JOSUÉ 24: 14-17
… pero yo y mi casa serviremos a Jehová
Josué 24:15b
Las estadísticas nos
demuestran que más del 50% de las personas que se casan antes de dos años de
matrimonio se divorcian. De aquí que hoy ya no podamos estudiar el “matrimonio
cristiano” como convencionalmente lo hacíamos, y quizás tengamos que pensar un poco
más en estos rompimientos, que a veces se producen aun con aquellos que creen
en Cristo. La sociedad moderna con su alarmante complejidad ha hecho del hogar
un “hotel” o una simple “fondita” donde ingerimos unos cuantos alimentos con la
mayor velocidad posible y donde pasamos parte de la noche. Alguien ha comparado
eso que llamamos hogar, con un closet grande en el cual tenemos bajo llave
todas nuestras pertenecías. Realmente ya no vivimos en nuestros hogares. Y este
desplazamiento hacia otros centros (trabajo, educacional, recreativo) le ha
quitado al hogar su función primaria: mantener la unidad y la cohesión dentro
de la familia. Los intereses no comunes nos hacen tan diferentes, que es más
fácil intimar con un compañero de trabajo o de aula, que con nuestros propios
hermanos. “El fuego del hogar se ha extinguido”
El clamor de Josué
frente a la falta de reverencia del pueblo ha servido para que muchas veces
nosotros nos hayamos inspirado en sus palabras…yo y mi casa serviremos al Señor ¿No nos hemos preguntado si
realmente nuestra casa sirve con nosotros al Señor?
No siempre Cristo es
huésped a nuestra mesa, invitado de honor, testigo silencioso de nuestra
conversación. No gira nuestro hogar en torno a su personalidad radiante y vemos
que aquellas cosas que más apreciamos no son transmitidas a nuestros hijos con
la vehemencia con que nosotros las sentimos. Hagamos hogares cristianos si es
que aspiramos a hacer hogares duraderos. Busquemos con tesón en esta semana que
nuestro hogar venga a ser uno de aquellos que sirven al Señor
Oración: Amado Dios, cuida de nuestra familia cristiana y
de nuestros hogares. Amén.
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