Saturday, September 30, 2017

Saturday, September 30 SEND ME Matthew 9:35-38

Saturday, September 30
SEND ME
MATTHEW 9:35-38

Then I heard the voice of the Lord saying, “Whom shall I send? And who will go for us?”
And I said, “Here am I. Send me.” (NIV)
Isaiah 6:8

Persons who seem to be the best sometimes are not. There are important people everywhere who were not trained for their current work, but who responded to a call, and few could do the job better. Often the question is not who is better prepared, but who intends to do the job and is willing to do it.

From the beginning of humanity, God is calling on willing people for his “team.” God is not waiting for the most important, the wisest, or the best prepared…, but for those who are willing. The possibilities for work are endless: take the message of the Gospel to the whole world. Whenever we hear God’s call, we look around because we think somebody else will respond.

We have changed the Biblical text and now we tell the Lord: Here am I, send my brother. We find that all our friends and relatives are ideally suited to serve the Lord...but not ourselves. When we do this, we are disobeying God’s voice. It is not a matter of being the best, or better equipped. It’s a matter of responding. God continues to call in the same way every day: Whom shall I send? And who will go for us? You can make many excuses. There are countless justifications, and you may think they are all very good, but God himself is asking, and when He does, there is only one possible response: Send me.

Prayer: Beloved God, I know that You are calling me. I don’t want to look for someone else, but to respond myself. Here am I. Send me. In Jesus’ name. Amen

Translation by George Meek


ENVÍAME A MÍ
MATEO 9:35-38
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo:
Heme aquí, envíame a mí
Isaías 6:8

No siempre los que parecen mejores lo son. En todos los lugares existen personas importantísimas, que no eran los destinados a su trabajo actual, pero que supieron responder a un llamado y hoy pocos hacen mejor su labor que ellos. Muchas veces la cuestión no es quién está más preparado, sino quién se propone hacerlo, quién está dispuesto.

Desde el principio de la humanidad, Dios está llamando a personas dispuestas para entrar en su "equipo". Dios no espera que sean las más importantes, ni las más sabias, ni los más preparados…, sino que tengan disposición. Las posibilidades de trabajo son inmensas: llevar el mensaje del Evangelio por todo el mundo.

Siempre que escuchamos el llamado de Dios, miramos a nuestro alrededor porque creemos que otro va a responder. Hemos cambiado el texto bíblico y ahora decimos al Señor: Aquí estoy, envía a mi hermano. Encontramos condiciones ideales para servir al Señor en todos nuestros amigos y familiares... pero no en nosotros. Mientras hacemos esto, estamos desobedeciendo la voz de Dios. No es cuestión de ser el mejor, ni de estar más preparado. Es cuestión de responder.

Dios sigue llamando de la misma manera cada día: ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Puedes poner muchas excusas. Infinidad de justificaciones, y puedes creer que son muy buenas, pero es Dios mismo quien pregunta, y cuando Él lo hace sólo es posible una respuesta: Envíame a mí.

Oración: Dios amado, sé que me estás llamando. No quiero mirar a otro, sin responder yo misma. Aquí estoy, utilízame a mí. En el nombre de Jesús. Amén



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