Thursday,
September 14
THE DIFFERENCE DWELLS IN THE HEART
2 KINGS 22:8-20
Therefore, I will gather you to your
ancestors,
and you will be buried in peace.
Your eyes will not see all the disaster
I am going to bring on this place. (NIV)
2 Kings 22:20
One of the most common errors of the Christian community is to
identify spiritual growth with the accomplishment of religious activities, such
as attending church, reading the Bible, and praying. We suppose that we’re good
Christians if we participate in the correct activities. We have confused the
means with the end. If those activities help us to be Christ-like, they become
the means for our spiritual growth.
The story of King Josiah illustrates this well. Josiah was not
fulfilling the law, neither had he heard the law. Nevertheless, as soon as the
book of the law was found and read to him, he humbled himself and repented. God
rewarded his righteous heart, although he had still not performed the correct
activity.
The correct activity flows from the heart. We can attend services
and see it as a routine activity or as a rich experience full of communion and
service. We can consider our reading of the Scriptures as a senseless routine
or as an encounter with transforming truths. We can pray with hollow words or
with expressions of our inability, recognizing our dependency on God. In each
case, the difference dwells in the heart.
Prayer: Lord, help me to be more like Josiah,
desiring an upright heart. Help me to cultivate a humble and repentant heart
and to grow spiritually. Amen.
Translation by John
Walter
LA DIFERENCIA RADICA EN EL
CORAZÓN
2 REYES 22:8-20
Porque tanto, he aquí yo te
recogeré con tus padres,
y serás llevado a tu sepulcro en
paz, y no verán tus ojos
todo el mal que yo traigo sobre
este lugar.
2 Reyes 22:20
Uno de los errores más comunes de la comunidad
cristiana es identificar el crecimiento espiritual con la realización de
actividades religiosas, tales como asistir a la iglesia, leer la Biblia y orar.
Suponemos que, si participamos de las actividades correctas, somos buenos
cristianos. Hemos confundido los medios con el fin. Si estas actividades nos
ayudan a ser semejantes a Cristo, se convierten en el medio para nuestro
crecimiento espiritual.
La historia del rey Josías lo ilustra bien. Josías
no estaba cumpliendo la ley, ni siquiera había oído la ley. Sin embargo, tan
pronto como se descubrió y se leyó el libro de la ley se humilló y se
arrepintió. Dios recompensó su corazón recto, aunque todavía no se había
complementado con la actividad correcta.
La actividad correcta fluye del corazón. Podemos
asistir a los cultos y verlo como una actividad de rutina o como una
experiencia rica llena de comunión y servicio. Podemos considerar nuestra
lectura de las Escrituras como una rutina sin sentido o como un encuentro con
la verdad transformadora. Podemos orar con palabras huecas o con expresiones de
nuestra incapacidad reconociendo nuestra dependencia de Dios. En cada caso, la
diferencia radica en el corazón.
Oración: Te pido Señor, que me
ayudes a ser más semejante a Josías, deseando un corazón recto. Ayúdame a
cultivar un corazón humilde y arrepentido y a crecer espiritualmente. Amén.
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