Thursday,
November 22
DON’T
LOOK AT WHAT YOU SEE
I
SAMUEL 16:4-13
But
the Lord said to Samuel, “Do not consider his appearance or his height,
For
I have rejected him. The Lord does not
look at the things man looks at. Man
looks at the outward appearance, but the Lord looks at the heart.”
1 Samuel 16:7 NIV
When Samuel was sent by God to choose
the successor for King Saul, he looked only at the appearance of the sons of
Jesse. They were tall, husky, handsome
young men. Samuel surely thought: “these are magnificent qualities for a
king.” Without fail, after each one
passed in front of the prophet, God made him see that he could not only look
with human eyes, that he could not place his attention only on outward
appearances, but on the inside, on what the mind translates with the
heart. The chosen one was the youngest
of the eight sons, barely an adolescent who cared for the sheep, with a poetical
heart.
How many times we commit the same error
as Samuel! In our societies we pay a lot
of attention to physical appearance, the way the most attractive are given
certain jobs, without taking into account their interior qualities. In the church we don’t escape from this
reality--we may feel more comfortable greeting or relating to attractive people,
but we judge the people who don’t care about their appearance or we pass by the
person who is drunk or smells bad. We
don’t stop to think that maybe they need help that we could offer. Remember this beautiful and true text of “The
Little Prince”: Things are not seen clearly except with the heart, the essential is
invisible to the eyes.
Let us also remember the way Jesus
acted, who would never pass idly by one of these marginalized ones. Let us read the gospels carefully and with
the heart, in order to better understand the message that he proclaimed and
lived: Love your neighbor as yourself.
Prayer: Lord, forgive our insensitivity toward our
neighbor. I want to be an imitator of
your goodness. I want to practice love
in action! Amen.
Translation by Deborah McEachran
NO MIRES LO QUE VES
I SAMUEL 16:4-13
Pero el Señor le dijo: No te
dejes llevar por su apariencia
ni por su estatura, porque éste
no es mi elegido.
Yo soy el Señor, y veo más allá
de lo que el hombre ve.
El hombre mira lo que está
delante de sus ojos,
pero yo miro el corazón
1 Samuel 16:7
Cuando Samuel fue enviado por Dios para escoger sucesor para el rey
Saúl, proyectaba su mirada sólo en la apariencia de los hijos de Yesé. Eran
muchachos altos, fornidos, de buena apariencia. Samuel seguramente pensaba:
“estas son magníficas cualidades para llegar a ser rey”. Sin embargo, después
que pasaron todos delante del profeta, Dios le hizo ver que no podía mirar con
los ojos humanos, que no podía fijar su atención en las apariencias, sino en el
interior, en lo que la mente traduce con el corazón. Y en realidad, el escogido
era el más chico de los ocho hijos, apenas un adolescente que apacentaba
ovejas, con el corazón vestido de poesía.
¡Cuántas veces cometemos el mismo error de Samuel! En nuestras
sociedades cuenta mucho la apariencia física, de manera que los más agraciados
son priorizados en determinados empleos, sin tener en cuenta sus cualidades
interiores. En la iglesia no escapamos de esta realidad y quizás nos sentimos
más cómodos al saludar o relacionarnos con las personas de hermosa apariencia,
sin embargo juzgamos a las personas de apariencia descuidada o pasamos de largo
ante una persona ebria y maloliente. No nos detenemos a pensar que quizás
necesitan la ayuda que nosotros podamos brindar. Recordemos ese hermoso y veraz
texto de “El principito”: - No se ve
bien, sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
Recordemos también cómo actuaría Jesús, quién nunca pasaría indolente
ante uno de estos marginados Leamos detenidamente y con el corazón los
evangelios, para entender mejor el mensaje que Él proclamó y vivió: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Oración: Señor, perdona nuestra insensibilidad ante nuestro
prójimo. ¡Quiero ser imitadora de tus bondades! ¡Quiero practicar el amor en
acción!
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