Tuesday, June 4
ON THE MOUNTAIN OF
THE LORD
PSALM 121
I lift up my eyes to the hills–from where will
my help come?
Psalm 121:1 (NRSV)
The idea of
identifying God’s greatness with the great heights and high mountains is as old
as the Bible itself. Holy Scripture is full of events, many of great
importance, in which a mountain is always present. God speaks from the
mountains. God is a God of heights. The Psalmist can’t avoid that tradition,
and his beautiful poetic expression begins with a call to the mountains in
search of the help which comes from the Lord who made the heavens and the
earth.
Often in
the course of my Christian life I have felt alienated from the Lord, cutting
the cord of communication with him. In times like these, I have paid attention
to the “glorious trajectory” of humanity which, with pride, tries to climb the
highest peaks and moves father and farther away from God. But, also in those
times of spiritual lethargy, how often have I felt that all that splendor was
insufficient to fill my life. And at those times, as did the Psalmist, I lifted
my eyes to the mountains in search of peace; how many blessings have I extracted
from that return to the Lord! Let us turn our eyes to the Lord and seek our
strength in his wisdom.
Prayer: Lord, help us to love without boundaries, to walk at your
side, to serve you every day and to have faith in you. Amen.
Translation by John Potter
EN EL MONTE DEL SEÑOR
SALMO 121
Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
Salmo 121:1
La idea de identificar la
grandeza de Dios con las grandes alturas y los elevados montes es tan antigua
como la propia Biblia. Las Sagradas Escrituras están llenas de acontecimientos,
muchos de ellos de importancia, en los cuales siempre el monte está presente.
Dios habla desde los montes. Dios es un Dios de la altura. El salmista no puede
sustraerse a esa tradición, y su hermosa expresión poética comienza con un
clamor hacia los montes en busca del
socorro que viene del Señor que hizo los cielos y la tierra. Muchas veces en
el transcurso de mi vida cristiana me he sentido alejado del Señor, cortando el
hilo de mi comunicación con Él. En momentos así, he puesto mi atención en la
“gloriosa trayectoria” del ser humano que, con orgullo, intenta escalar las más
elevadas cumbres y se aleja más y más de Dios. Pero ¡cuántas veces también en
esos días de letargo espiritual he sentido que todo ese esplendor no basta para
llenar mi vida! Y en esos momentos que como el salmista he alzado mis ojos a
los montes en busca de paz ¡cuántas bendiciones he logrado extraer de mi
retorno a Él! Volvamos nuestros ojos al Señor y busquemos en su sabiduría
nuestra fortaleza.
Oración: Señor, ayúdanos a amar sin fronteras, a caminar a tu
lado, a servirte cada día y a confiar en ti. Amén.
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