Wednesday, June 5
Earth Day
THE TREE AND I
MATTHEW 7:15-20
They are like trees
planted by streams of water,
which yield their
fruit in its season, and their leaves do not wither.
In all that they
do, they prosper.
Psalm 1:3 (NRSV)
We know
that for a tree to be able to bear fruit, a number of factors have to come
together: the sun, the quality of the soil, the weather, water, night. We know
that if one of those is lacking, the tree will bear no fruit, or at least there
won’t be much.
The
Psalmist compares us to a tree. Several elements must be reconciled if the
fruit we bear is to reflect holiness. The offering is made by God who pours out
grace abundantly on creation. The Lord is sun, the best quality of soil, the
weather, water, night. If the tree resists like an old man, the Father’s mercy
won’t find a channel to contain it. Sin and death may have aged us so that we
can only bear bitter fruit.
The
Psalmist makes an offer to us from God: Be happy. Being happy means that we are
inseparable from the Lord in such a way that the fruits of holiness will be
evident, because we will have as a goal his Kingdom; as a condition the freedom
to live as his children; as law the precept of love. And thus, those who pass
by the road of our life will say: “Whatever they do, it is well for them!”
Let’s keep working for Jesus, the Father’s craftsman, to be like a tree planted
by the banks of a river.
Prayer: Lord, we would be like a fruitful tree next to your waters.
Give us that gift. Today we pray especially that you make us into guardians and
protectors of the environment, knowing that we are responsible for them. Amen.
Translation by John Potter
Día del Medio Ambiente
EL ÁRBOL Y YO
MATEO 7:15-20
Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da fruto a
su tiempo y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!
Salmo 1:3
Sabemos que para que un árbol
pueda dar frutos se tienen que conjugar muchos factores; el sol, la calidad de
la tierra, el clima, el agua, la noche. Sabemos que, si falla uno de ellos, el
árbol no dará frutos, o al menos no serán apreciables. El salmista nos compara
con el árbol. Son varios los elementos a conciliar para que la santidad se
refleje en los frutos que damos. La oferta la hace el Señor, que derrama su
gracia sobreabundantemente en la creación. El Señor es el sol, la calidad
óptima de la tierra, el clima, al agua, la noche. Nosotros somos el árbol. Si
el árbol se resiste por viejo, la misericordia del Padre no encuentra cauce
donde ser contenida. El pecado y la muerte pueden habernos envejecido de tal
manera que sólo damos frutos amargos. El salmista nos hace una propuesta de
parte de Dios: ser felices. Ser feliz implicará que nos consustanciemos de tal
modo con el Señor que los frutos de santidad sean evidentes, porque tendremos
como meta su Reino; como estado, la libertad de ser sus hijos; como ley, el
precepto del amor. Y así dirán los que pasen por el camino de nuestra vida:
¡Todo lo que hace, le sale bien!
Dejémonos trabajar por Jesús, el artesano del Padre, para poder ser como
un árbol plantado a la orilla de un río.
Oración: Queremos Señor, ser como el árbol fecundo, junto a tus
aguas. Danos ese don. Hoy te pedimos especialmente que nos conviertas en
guardianes y protectores del medio ambiente, sabiéndonos responsables del
mismo. Amén
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