Blessed are those who mourn,
for they will be comforted.
Matthew 5:4 (NIV)
A man came up to me and said: “I
killed my brother. And in prison I had to kill another person. I don’t believe
in anything. And I’m angry with what you call God, because I’m a reprobate and
I think it’s his fault. Today I came to kill someone else, but I decided to
come in when I heard you talking to these young people, apparently giving them
classes. I just want you to listen to me, and perhaps give me a plate of food
so I can go back to my house, to see if my mother and my wife will forgive me,
so I can meet my daughter and not kill my uncle.”
If I told you I was not afraid, I would
be lying. It was a terrible encounter, but I recovered. I gave him a seat, I
asked for a little time, I found food, clothing, and a little money; and I
asked him to stay in church because it was Fathers’ Day.
He sat down in a pew and when we asked
the fathers to stand to receive a gift from the children of the church, he
didn’t stand. So I went up to him and invited him to stand. The children
brought him a gift and kissed him. He wept bitterly. I have never seen him
again.
We never should exclude those whom we’re
afraid to listen to but have need of a loving word.
Prayer: Lord, don’t close the doors of my heart to those who
“seem” to be bad people. Help me to discover you in each of them. Amen.
Translation by George
Meek
QUIERO HABLAR CON USTED
MATEO 5:1-12
Bienaventurados los que
lloran,
porque ellos recibirán
consolación
Mateo 5:4
Se acercó a mí y me dijo:
“Yo maté a mi hermano. Y en la cárcel tuve que matar a otro. No creo en
nada. Y estoy bravo con ese que usted llama Dios, porque soy un guiñapo humano
y creo que es por su culpa. Hoy venía a matar a otro, pero me dio el deseo de
entrar cuando lo escuché hablando con estos jóvenes que parece que usted les da
clases. Solo quiero que me oiga. Y que si puede me dé un plato de comida para
poder regresar a mi casa, a ver si mi madre y mi esposa me perdonan, al fin
conocer a mi hija y no matar a mi tío.”
Si les dijera que no tuve
miedo, les digo mentira. Fue terrible el encuentro, pero pude reponerme. Le di
un asiento, le pedí unos minutos, busqué comida, ropa y algo de dinero; y le
pedí que se quedara en la Iglesia pues era el Día de los Padres.
Se sentó en un banco y
cuando pedimos que se pusieran de pie los padres para recibir un regalo de los
niños de la Iglesia, él no se paró. Entonces fui hasta donde él estaba y le
invité a pararse. Los niños le trajeron un regalo y le dieron un beso. Lloró
amargamente. Nunca más lo he vuelto a ver.
Nunca debemos excluir a
aquellos que, aunque sintamos miedo de escucharle, tienen necesidad de una
palabra de amor.
Oración: Señor, no cierres las
puertas de mi corazón para aquellos que “aparentan” ser malas personas. Ayúdame
a descubrirte en cada uno de ellos. Amén.
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