Sunday, December 18, 2016

Sunday, December 18 IN THE ARMS OF YOUR FATHER LUKE 1:26-38

Sunday, December 18
IN THE ARMS OF YOUR FATHER
LUKE 1:26-38

“I am the Lord’s servant,” Mary answered, “May your word to me be fulfilled.”  

Luke1:38a

Anita was sleeping when night fell; she awoke with a strange sensation of gasping – a thick smoke had filled her room. She hurried toward the door, but the staircase was on fire. She opened the window and leaned out; some friends below noticed her; one drew closer and shouted to her, “Jump, sweetie! I’ll catch you!” But it was impossible, she was afraid; she was only four years old and it was too high for her.

At that moment she heard a familiar voice shouting to her, “Anita, dearest, I’ll catch you in my arms – jump now.” It was her father; she could trust him. Then she flung herself toward the void. A few second later she was safe in his arms.

This is faith: in our case, a total trust in God who is always ready to save us. Faith is not jumping into the void, it’s throwing oneself into the arms of a Father who loves and knows us and calls us by name. That was the same faith the impelled Maria to welcome God’s plan with composure and bravery. Being a young woman, she was surprised by an angel who made her a participant in a great responsibility: to welcome into her womb the son of God. Her faith helped her to give the adequate reply; she unreservedly threw herself into her Father’s arms.

Prayer:  Thank you, my Father for supporting me in your hands. There I feel safe and trusting.

Translated by John Walter


EN LOS BRAZOS DE SU PADRE
LUCAS 1:26-38

Aquí tienes a la sierva del Señor-contestó María-
Que él haga conmigo como me has dicho
Lucas1:38a

Anita estaba durmiendo cuando avanzada la noche se despertó con una extraña sensación de ahogo. Un  espeso humo había invadido su habitación. Se precipitó hacia la puerta, pero la escalera ardía. Abrió la ventaba y se inclinó hacia afuera. Varios vecinos abajo la miraban .uno de ellos avanzó  y le gritó:  “Salta pequeña. Yo te voy a sostener”. Pero imposible. Para sus cuatro años era demasiada altura. Ella tenía miedo.
En ese momento escuchó una conocida voz que le gritaba: “Anita querida. te voy a recibir en mis brazos. Salta pronto”. ¡Era su papá! En él sí podía confiar. Entonces se arrojó hacia el vacío. Unos segundos más tarde estaba segura en sus brazos.
Esto es la fe: una total confianza; en nuestro caso en Dios, que siempre está dispuesto a salvarnos.
La fe no es saltar al vacío, es echarse en los brazos de un Padre que nos ama, nos conoce y nos llama por nuestro nombre.
Esa fue la misma fe que impulsó a María a acoger el proyecto de Dios con entereza y valentía. Ella siendo una muchacha joven, fue sorprendida por un ángel que la hizo partícipe de una gran responsabilidad, acoger en su vientre al hijo de Dios. Su fe la ayudó a dar la respuesta adecuada, sin dudas se arrojó en los brazos de su Padre.

Oración: Gracias mi Padre, por sostenerme en tus manos. Allí me siento segura y confiada. Amén.


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