Sunday, December 18
IN THE ARMS OF YOUR
FATHER
LUKE 1:26-38
“I am the Lord’s
servant,” Mary answered, “May your word to me be fulfilled.”
Luke1:38a
Anita was sleeping when night fell; she awoke
with a strange sensation of gasping – a thick smoke had filled her room. She
hurried toward the door, but the staircase was on fire. She opened the window
and leaned out; some friends below noticed her; one drew closer and shouted to
her, “Jump, sweetie! I’ll catch you!” But it was impossible, she was afraid; she
was only four years old and it was too high for her.
At that moment she heard a familiar voice
shouting to her, “Anita, dearest, I’ll catch you in my arms – jump now.” It was
her father; she could trust him. Then she flung herself toward the void. A few
second later she was safe in his arms.
This is faith: in our case, a total trust in
God who is always ready to save us. Faith is not jumping into the void, it’s
throwing oneself into the arms of a Father who loves and knows us and calls us
by name. That was the same faith the impelled Maria to welcome God’s plan with
composure and bravery. Being a young woman, she was surprised by an angel who
made her a participant in a great responsibility: to welcome into her womb the
son of God. Her faith helped her to give the adequate reply; she unreservedly
threw herself into her Father’s arms.
Prayer: Thank you, my Father for supporting me in
your hands. There I feel safe and trusting.
Translated by
John Walter
EN LOS BRAZOS
DE SU PADRE
LUCAS 1:26-38
Aquí tienes a
la sierva del Señor-contestó María-
Que él haga
conmigo como me has dicho
Lucas1:38a
Anita estaba durmiendo cuando
avanzada la noche se despertó con una extraña sensación de ahogo. Un espeso humo había invadido su habitación. Se
precipitó hacia la puerta, pero la escalera ardía. Abrió la ventaba y se
inclinó hacia afuera. Varios vecinos abajo la miraban .uno de ellos avanzó y le gritó:
“Salta pequeña. Yo te voy a sostener”. Pero imposible. Para sus cuatro
años era demasiada altura. Ella tenía miedo.
En ese momento escuchó una
conocida voz que le gritaba: “Anita querida. te voy a recibir en mis brazos.
Salta pronto”. ¡Era su papá! En él sí podía confiar. Entonces se arrojó hacia
el vacío. Unos segundos más tarde estaba segura en sus brazos.
Esto es la fe: una total
confianza; en nuestro caso en Dios, que siempre está dispuesto a salvarnos.
La fe no es saltar al vacío, es
echarse en los brazos de un Padre que nos ama, nos conoce y nos llama por
nuestro nombre.
Esa fue la misma fe que impulsó
a María a acoger el proyecto de Dios con entereza y valentía. Ella siendo una
muchacha joven, fue sorprendida por un ángel que la hizo partícipe de una gran
responsabilidad, acoger en su vientre al hijo de Dios. Su fe la ayudó a dar la
respuesta adecuada, sin dudas se arrojó en los brazos de su Padre.
Oración: Gracias
mi Padre, por sostenerme en tus manos. Allí me siento segura y confiada. Amén.
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