Thursday, May 24, 2018

Thursday, May 24 TESTING FAITH Genesis 22:1-3


Thursday, May 24
TESTING FAITH
GENESIS 22:1-3

“Here I am,” he replied.
Genesis 22:1b (NIV)

Many years had passed in Abraham’s life since he was called from Ur of the Chaldeans, and was promised that he would be the father of many nations; until at last he saw the birth of his promised son, who would inherit the blessings given to Abraham. Clearly Isaac had a special place in his father’s heart. He had been born to him in old age, rekindling the flame of his hope. Abraham thought he could be secure in this world, relying on Isaac, his successor, to carry out the divine plan. But it is then, when Abraham was fully at peace and loved his son Isaac so deeply, that God wanted to test his faith. And this is where we meet Abraham now. The man of faith, though he may vacillate or falter, does not let these things control him, he seeks victory. Abraham got up very early to do as the Lord had ordered him. He may have spent the whole night praying, asking God for strength to sacrifice his only son and burn him on the altar; but he know that God does not work on a whim: He will have the last word.

The rest of the passage is well known. God will provide the lamb. With faith nothing is impossible. It was necessary to prove that God is behind everything, and Abraham did not waver in doing it. Testing faith is like gold in the heated crucible, but there is a difference: gold can’t increase when put in the crucible, while faith increases when put to the test. Let us live this life of faith; faith tested with difficulties and problems. Let us learn from Abraham today about the faith that has to wait for God to provide the lamb.

Prayer: Lord, we pray today that you will bless us with a robust faith. Amen. 

Translation by George Meek

 LA FE PUESTA A PRUEBA
GÉNESIS  22:1-3

Y él respondió: “Heme aquí”
Génesis 22:1b
Habían pasado muchos años sobre la vida de Abraham desde que fue llamado de Ur de los Caldeos, y de haber recibido la promesa de ser padre de muchedumbres de gentes;  hasta que por fin vio nacer al hijo prometido, que heredaría las bendiciones ofrecidas a Abraham. Es evidente que Isaac ocupaba un lugar muy prominente en el corazón de su padre. Le había nacido en la vejez, reavivando así la llama de su esperanza. Ya Abraham pensaba que podía estar tranquilo en este mundo, descansando en Isaac, su sucesor,  en el desenvolvimiento del plan divino. Pero he aquí que cuando más profunda era su paz, más profundo era su amor hacia su hijo Isaac, Dios quiso someter a prueba su fe. Y es allí donde nos encontramos con Abraham en esta oportunidad. El hombre de fe, aun cuando puede vacilar o titubear, no deja que estas cosas lo dominen, prevé el triunfo. Abraham se levantó muy de mañana para cumplir lo que el Señor le había ordenado. Es posible que haya pasado la noche en oración, pidiendo a Dios fuerza para sacrificar a su único hijo, y consumirlo en el fuego del altar; pero él sabía que Dios no obraba, ni obra a capricho: Él diría la última palabra.

El resto del pasaje es bien conocido. Dios proveyó el cordero. La fe no reconoce la palabra imposible. Era necesario probar que Dios estaba detrás de todo aquello y Abraham no vaciló en hacerlo. La prueba de la fe es como el oro en el crisol puesto en el fuego; aunque con la diferencia de que el oro no es capaz de aumentar cuando es puesto en el crisol, y la fe aumenta cuando es puesta a prueba. Vivamos esa vida de fe. Fe puesta a prueba en medio de las dificultades y los problemas. Dejemos que Abraham nos hable en el día de hoy de la fe que hay que tener para esperar que Dios provea el cordero.

Oración: Señor, oramos hoy a ti, pidiendo nos bendigas con una robusta fe. Amén. 
                                                                                                                    

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