Wednesday,
May 23
A LIFE OF FAITH AND TRUST
GENESIS 12:1-17
Abram left just as the Lord told him…
Genesis 12:4ª (CEB)
Many times, we think that vocation is
the exercise of a profession, office, or employment that pleases us and for
which we have certain facility or capacity.
In this case the vocation will depend only on oneself. It will be to dedicate your life to the
vocation that can bring you a higher grade of satisfaction or happiness,
because it is the work that you most enjoy and that you can do with the
greatest ease.
Nevertheless, in the Christian sense, it
does not always end up like this, and most of the times it is the
opposite. The word vocation comes from
the word “calling” from words that someone directs to another. So, vocation and
calling are the same thing. To have
vocation is to feel called by someone, and this someone must be God, to do a
necessary task in agreement with our possibilities. In the liturgy of the Methodist Church, we
find an Order of Service by John Wesley where this declaration is found:
“…we
take the yoke of Christ upon us. To take
his yoke upon us means that we happily accept, in our whole heart, that He
signals to us our place and our task, that He be our only payment. Christ has many services that should be done,
some are easy and others difficult; some bring honors, others bring reproach,
some are adapted to our natural inclinations and others are not. It is Christ who gives us power to do these
things. Now I am not my own, but
yours. Use me for what you want, in the
place that you want; may it be to complete a task or go through some suffering;
allow me to be used for you; let me have abundance or suffer need; have
everything or have nothing; freely and of all my heart I submit to all the
things that you like and things that you provide.”
Prayer: Beloved
Father, use our lives as you desire. Amen.
Translation by Deborah McEachran
UNA VIDA DE FE Y CONFIANZA
GÉNESIS 12:1-17
Y se fue Abram, como
Jehová le dijo…
Génesis 12:4a
Muchas veces nosotros
pensamos que la vocación es el ejercicio de una profesión, oficio o empleo, que
nos agrada, y para el que tenemos ciertas facilidades o capacidades. En este
caso la vocación dependería solamente de uno mismo. Sería emplear la vida en
aquello que pueda traerte un mayor grado de complacencia o felicidad, porque es
el trabajo que más te gusta y que con mayor facilidad puedes realizar.
Sin embargo, en el
sentido cristiano, no siempre resulta así, y la mayor parte de las veces es
todo lo contrario. La palabra vocación viene del vocal “de voz”, es decir, de
palabras que alguien le dirige a uno. De ahí que vocación y llamamiento sean
una misma cosa. Tener vocación es sentirse llamado por alguien, y ese alguien
ha de ser Dios, para realizar una tarea necesaria de acuerdo con nuestras
posibilidades.
En la liturgia de la
Iglesia Metodista, encontramos un Orden de Culto de Juan Wesley donde aparece
esta declaración:
“…tomemos el yugo de
Cristo sobre nosotros. Tomar su yugo sobre nosotros significa que aceptamos
alegremente, de todo corazón, que Él nos señale nuestro lugar y nuestra tarea,
que sea Él solamente nuestra recompensa. Cristo tiene muchos servicios que
deben realizarse; algunos son fáciles, otros difíciles; algunos traen honores,
otros traen reproches, algunos se adaptan a nuestras inclinaciones naturales y
otras no. Cristo es quien nos da el poder para hacer estas cosas. “Ya no soy
mío, sino tuyo. Empléame para lo que tú quieras, en el lugar en que tú quieras;
sea cumplir alguna tarea o para sobrellevar algún sufrimiento; permíteme sea
utilizado por ti; déjame tener abundancia o padecer necesidad; tenerlo todo o no
tener nada; libremente y de todo corazón someto todas las cosas a lo que
a ti te plazca y a lo que tú dispongas”
Oración: Padre Amado, usa nuestras
vidas como tú lo desees. Amén.
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