Thursday,
April 25
Anniversary
of the IPR “Aida Jorge” (Luyanó)
MY FAMILY AND ME
GENESIS 27:30-40
Believe in the Lord Jesus and you will
be saved—you and your household.
Acts 16:31 (NIV)
We often hear about serious family
problems, of families where the mother and daughter do not speak to each other,
where siblings are fighting to the death, where someone robs or abuses another
family member. Experts cite various reasons: poverty, several generations
living together, the speed of life, the freedom of being different as human
beings. The situations may be as different as the causes.
Christians are not exempt from these
problems. The Bible tells us of families with difficult situations. One example
is the family of Isaac and Rebecca, parents of the twins Jacob and Esau, where
each son was the favorite of one of the parents. The mother helped her favorite
get the blessing of the firstborn, but she never saw him again. The father, who
by tradition favored the one who would be his successor without regard for the
situation of each son or the Lord’s prophecy, was deceived by his second son
and could not fulfill his wishes with respect to the first.
Today, in our context, rereading this
passage, we can ask ourselves, where am I putting my family’s interest and mine
as an individual? Where am I putting God
as guide and protector of my family? The perfect family does not exist, each
day is a new challenge to families living together, but it is also an
opportunity to file rough edges, to tolerate, to help, and above all to put our
family in God’s hands.
Prayer: Lord, you know our family problems; we put them in your
hands. Let your grace illuminate us so we can live with that peace you alone
can give us. Amen.
Translated
by George Meek
Aniversario IPR “Aida Jorge”
(Luyanó)
Mi familia y yo
GÉNESIS 27:30-40
Cree en el
Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia
Hechos 16:31
Constantemente nos
enteramos de problemas familiares serios,
familias donde la madre y la hija no se hablan, donde dos hermanos están
peleados a muerte, donde alguien roba o abusa de otro familiar. Los
especialistas dan diversas razones: la escasez material, la convivencia de
varias generaciones, la rapidez de la vida, la libertad de ser diferentes como
seres humanos. Disímiles pueden ser las situaciones como disímiles las causas
que provocan esta triste situación.
Los cristianos no estamos
exentos de estos problemas. En la Biblia se nos habla de familias con
situaciones difíciles. Un ejemplo es la familia de Isaac y Rebeca, padres de
los gemelos Jacob y Esaú, donde cada hijo era el preferido de uno de los
padres. La madre ayudó a su preferido a
conseguir lo más deseado: la bendición
del primogénito; y lo consiguió, pero nunca más lo volvió a ver. El padre, que
por tradición prefería y admiraba al que sería su sucesor sin mirar las
condiciones de cada hijo ni lo profetizado por el Señor, fue engañado por su
segundo hijo y no pudo cumplir su deseo respecto al primero.
Hoy, en nuestro contexto,
releyendo este pasaje, podemos preguntarnos, ¿en qué lugar estoy poniendo los
intereses de mi familia y en qué lugar los míos como individuo?, ¿En qué lugar
estoy poniendo a Dios como guía y protector de mi familia?
No existe la familia
perfecta, cada día es un nuevo reto en la convivencia familiar, pero también es
una oportunidad de limar asperezas, de tolerar, de ayudar; y sobre todo de
poner nuestra familia en las manos de Dios.
Oración: Señor, tú conoces
nuestros problemas familiares, los ponemos en tus manos. Ilumínanos con tu gracia para que podamos
vivir con esa paz que sólo tú puedes
darnos. Amén.
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