Thursday, April 25, 2019

Thursday, April 25 Anniversary of the IPR “Aida Jorge” (Luyanó) MY FAMILY AND ME GENESIS 27:30-40


Thursday, April 25
        Anniversary of the IPR “Aida Jorge” (Luyanó)

MY FAMILY AND ME
GENESIS 27:30-40

Believe in the Lord Jesus and you will be saved—you and your household.
Acts 16:31 (NIV)

We often hear about serious family problems, of families where the mother and daughter do not speak to each other, where siblings are fighting to the death, where someone robs or abuses another family member. Experts cite various reasons: poverty, several generations living together, the speed of life, the freedom of being different as human beings. The situations may be as different as the causes.

Christians are not exempt from these problems. The Bible tells us of families with difficult situations. One example is the family of Isaac and Rebecca, parents of the twins Jacob and Esau, where each son was the favorite of one of the parents. The mother helped her favorite get the blessing of the firstborn, but she never saw him again. The father, who by tradition favored the one who would be his successor without regard for the situation of each son or the Lord’s prophecy, was deceived by his second son and could not fulfill his wishes with respect to the first.

Today, in our context, rereading this passage, we can ask ourselves, where am I putting my family’s interest and mine as an individual?  Where am I putting God as guide and protector of my family? The perfect family does not exist, each day is a new challenge to families living together, but it is also an opportunity to file rough edges, to tolerate, to help, and above all to put our family in God’s hands.

Prayer: Lord, you know our family problems; we put them in your hands. Let your grace illuminate us so we can live with that peace you alone can give us. Amen.

Translated by George Meek




        Aniversario IPR “Aida Jorge” (Luyanó)

Mi familia y yo
GÉNESIS 27:30-40

Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia
Hechos 16:31

Constantemente nos enteramos de problemas familiares serios,  familias donde la madre y la hija no se hablan, donde dos hermanos están peleados a muerte, donde alguien roba o abusa de otro familiar. Los especialistas dan diversas razones: la escasez material, la convivencia de varias generaciones, la rapidez de la vida, la libertad de ser diferentes como seres humanos. Disímiles pueden ser las situaciones como disímiles las causas que provocan esta triste situación.

Los cristianos no estamos exentos de estos problemas. En la Biblia se nos habla de familias con situaciones difíciles. Un ejemplo es la familia de Isaac y Rebeca, padres de los gemelos Jacob y Esaú, donde cada hijo era el preferido de uno de los padres.  La madre ayudó a su preferido a conseguir lo más deseado:  la bendición del primogénito; y lo consiguió, pero nunca más lo volvió a ver. El padre, que por tradición prefería y admiraba al que sería su sucesor sin mirar las condiciones de cada hijo ni lo profetizado por el Señor, fue engañado por su segundo hijo y no pudo cumplir su deseo respecto al primero. 

Hoy, en nuestro contexto, releyendo este pasaje, podemos preguntarnos, ¿en qué lugar estoy poniendo los intereses de mi familia y en qué lugar los míos como individuo?, ¿En qué lugar estoy poniendo a Dios como guía y protector de mi familia?

No existe la familia perfecta, cada día es un nuevo reto en la convivencia familiar, pero también es una oportunidad de limar asperezas, de tolerar, de ayudar; y sobre todo de poner nuestra familia en las manos de Dios.

Oración: Señor, tú conoces nuestros problemas familiares, los ponemos en tus manos.  Ilumínanos con tu gracia para que podamos vivir  con esa paz que sólo tú puedes darnos. Amén.


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