Wednesday, April 17
THE REVELATION OF
GOD
ISAIAH 40:1-10
Go up on a high
mountain, messenger Zion! Raise your voice and shout, messenger
Jerusalem! Raise it, don’t be afraid….
Isaiah 40:9 (CEB)
Many years ago, a bell was crafted for the
Church of San Francisco de Sales in Cincinnati. The church already had a
bell, but the congregation wanted one of the biggest bells in the world.
When the project was finished, the bell measured 7 feet tall, 9 feet in
diameter, and weighed almost 20 tons. It cost about $12,000.00. In January 1895 its peal was heard like
thunder for 15 miles, causing damage to the closest buildings and shattering
windows in the whole neighborhood. It has never been rung again. As a mute testimony to the vain pretensions of
the congregation, the bell continues to hang at the top of the tower. How many bells could have been made with that
same material? How many faithful would have responded to its ring? It would be interesting to know.
Often the Lord does not reveal himself to
the world because we mistake our function. Christ used fishermen to
preach. God’s Word was revealed in
humble persons and he used very simple methods to show himself to the world.
With our simplicity we can be useful in God’s cause. God does not need us to be the best
preachers, nor the most able writers, nor the best singers. Our humble
word, our modest writing, or our muted voice all serve to offer to the world
God’s holy revelation.
Prayer: Lord, we ask you to use us
so that we reveal you to the world. Amen.
Translated by Deborah McEachran
LA REVELACIÓN DE DIOS
ISAÍAS 40:1-10
Súbete sobre un monte alto,
anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala,
no temas…
Isaías 40:9
Hace muchísimos años se fundió una campana para la
iglesia de San Francisco de Sales en Cincinnati. La Iglesia tenía campana
antes, pero la congregación quería poseer una de las campanas más grandes del
mundo. Al concluir la obra, la campana medía siete pies de altura, nueve pies
de diámetro y pesaba casi veinte toneladas. Su costo aproximado era de 12 000
dólares. En enero de 1895 se dejó escuchar la voz que se expandió como un
trueno en quince millas a la redonda causando daños en los edificios más
cercanos y no dejando ventanas sanas en toda la localidad. No ha sonado más.
Como testigo mudo de las vanas pretensiones de la congregación, la campana
sigue en lo alto de la torre. ¿Cuántas campanas se podían haber fundido con
aquel material? ¿Cuántos fieles hubieran respondido a su llamado? Sería
interesante saberlo.
Muchas veces el Señor no se revela al mundo porque
nosotros adulteramos nuestra función. Cristo usó a pescadores para predicar. Su
Palabra se reveló a personas muy humildes y utilizó medios muy simples para
mostrarse al mundo. Con nuestra sencillez podemos ser útiles en su causa. Dios
no necesita que seamos los mejores predicadores, ni los más hábiles escritores,
ni los cantantes mejor cotizados. Nuestra humilde palabra, nuestra modesta
pluma o nuestra apagada voz sirve para brindar al mundo su revelación santa.
Oración: Señor, te pedimos que nos
uses tal como somos para revelarte al mundo. Amén.
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