Saturday, October 24
Anniversary of the IPR
“the Good Pastor” (Unión de Reyes)
IN ORDER TO REACH
PERFECTION
Ephesians
4:11-13
Joshua
said, “Sanctify yourselves,
because tomorrow
the Lord will work marvels among you ”
Joshua 3:5
All that God does he does for the greater
benefit of the community, not to raise anyone in particular; thus are shown the
gifts of the Spirit that Paul mentions in his Letter to the Ephesians.
The central objective of the gifts God bestows is
that of perfecting believers for the work to which the community has charged
them. What a tremendous word: To make ourselves perfect! Can anyone achieve it?
And if no one can, then what’s the use of the effort? Is it something
necessary?
The answer is a resounding YES, in capital
letters. Upon accepting the Gospels we become “new creatures.” But everyone
knows that we aren’t “spent” products, rather we enter into a life in which we
keep ascending towards Christian maturity. We aren’t industrial products that
leave the factory consumer- ready; we’re people with an aspiration for improvement
in as much as we learn to value what is essential to us as human beings.
The Christian life is always in process. The
constant communion with God and slow growth make us remember that the question
of the believer’s sanctification doesn’t have a merely personal end; Christian
maturity is attained and lived in the personal, but linked to a greater
purpose: that the whole body may grow.
Prayer: Holy
Spirit, shower your gifts and help us to utilize them for the good of your
work.
Translated by John Walter
Aniversario
de la IPR “El Buen Pastor” (Unión de Reyes)
PARA ALCANZAR LA PERFECCIÓN
Efesios 4:11-13
Josué dijo: “Santifíquense, porque mañana el
Señor
hará maravillas en medio de ustedes”
Josué 3:5
Todo lo que Dios hace lo realiza para el mejor provecho de la
colectividad, no para realzar o encumbrar a nadie en particular, así lo ponen
de manifiesto los dones del Espíritu que Pablo menciona en su carta a los
Efesios.
El objetivo central de
los dones que Dios otorga es el de perfeccionar a los creyentes para la obra en
común que les corresponde. ¡Qué tremenda palabra: hacernos perfectos! ¿Podrá
alguien lograrlo? Y si nadie es capaz, ¿para qué entonces el esfuerzo?, ¿es
algo necesario?
La respuesta es un sí rotundo, con mayúsculas. Al aceptar el Evangelio
nos hacemos “nuevas criaturas”, pero todos sabemos que no somos productos
“acabados”, sino que entramos en una vida en la cual vamos ascendiendo hacia la
madurez cristiana. No somos productos industriales que salen de una fábrica
listos para el consumo, somos personas con una aspiración de mejoramiento en
tanto aprendemos a valorar lo esencialmente humano.
La vida cristiana siempre está en proceso. La comunión constante con
Dios y el crecimiento paulatino nos hacen recordar que la cuestión de la
santificación del creyente no tienen un fin meramente personal; la madurez
cristiana se alcanza y se vive en lo personal, pero vinculada al propósito
mayor: que todo el cuerpo crezca.
Oración: Espíritu Santo, derrama
tus dones, ayúdanos a utilizarlos para bien de tu obra.
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