May 18, Wednesday
JESUS, OUR SUBSTITUTE
I PETER 1:18-19
“No man can redeem the life of another or give to God a ransom for him--”
Psalm 49:7
In France, a law was
established in 1798 that made all twenty-year-old young men present themselves
before the commission for military recruitment. Later a lottery system was
designed for the formation of those who would be called to serve the
nation. But in order to free themselves
from military service, the wealthiest could pay for a substitute. In exchange for a sum of money, the latter
had to serve in the place of the one who paid him. In times of war it was rather common for a
soldier to die while replacing another. In 1872 the substitution of soldiers
was abolished. As of that moment one could no longer buy a substitute and
thereby free himself of the risk of dying in the war.
By taking this reflection
to a theological plane, we can say that Jesus Christ was our substitute. He gave himself up in our place in order to
suffer the judgment that should come down over us. The great difference is that he did not ask
us for anything in return. Out of love
for each one of us he died on a cross in order to save us.
Today’s invitation is
to no longer delay. It is time to go to
Him right now. Let us accept the
abundant life that Jesus offers us.
Prayer: Today
I wish to present myself before you, my good Jesus; I do not want to wait any
longer. Accept me with everything I have
and am, with my limitations and strengths, but with the immense desire to renew
myself every day. Amen.
JESÚS NUESTRO SUSTITUTO
I PEDRO 1:18-19
“Ninguno de ellos podrá en manera alguna,
redimir al hermano, ni dar a
Dios su rescate”
Salmo 49:7
En
Francia, una ley promulgada en 1798 había establecido que todos los jóvenes de veinte años debían presentarse ante la
comisión de reclutamiento militar. Luego se hacía un sorteo para designar a los
que formarían parte del contingente, es decir,
el conjunto de aquellos que serían llamados para servir a la nación. Pero
para librarse del servicio militar, los más ricos podían comprar un sustituto. A cambio de una
suma de dinero, este último tenía que
servir en lugar del que le pagaba. En
tiempos de guerra era pues común,
que un militar muriese en lugar de aquel a quien reemplazaba. En 1872 la
sustitución de soldados fue abolida. A partir de ese momento nadie pudo comprar
más un sustituto y de ese modo librarse del riesgo a morir en la guerra.
Llevando
esta reflexión al plano teológico, podemos decir que Jesucristo fue nuestro
sustituto. Se presentó en nuestro lugar para sufrir el juicio que debía
caer sobre nosotros. La gran diferencia
fue que no nos pidió nada a cambio. Por amor a cada uno de nosotros murió en
una cruz para salvarnos.
La
invitación de hoy es a no dejar pasar más el tiempo. Es preciso ir a Él ahora
mismo. Aceptemos la vida plena que Jesús nos ofrece.
Oración: Hoy quiero presentarme anti ti, mi buen Jesús, no
quiero esperar más. Acéptame con todo lo que tengo y lo que soy, con mis
limitaciones y fortalezas, pero con el deseo inmenso de renovarme cada día.
Amén.
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