Sunday, May 21
PLANTING AND
WAITING
1 CORINTHIANS
3:5-17
So let us not grow
weary in doing what is right,
for we will reap at
harvest time, if we do not give up.
Galatians 6:9
When I was a girl, we lived on a small farm which my
grandparents had in the country. One day I planted a handful of manto seeds around the house. The
following week I went to see if they had sprouted yet. And likewise, from time
to time, I went to my planting to search for a sprout, but nothing happened. Finally,
I resigned myself to abandoning my vigil.
Imagine my surprise when three weeks later I discovered a manto vine which had grown over the side
of the house with beautiful flowers. My crop had succeeded.
That's what happens with our work for God. Before a seed can
grow, it must first be planted. Then enough time must pass to allow it to grow.
We must be patient and give God the time for his work to make the seed grow in
our hearts and in those of our brothers and sisters. And of course, we must not
forget to water and tend the seed each day. Our faith, our little daily
contribution and patience, together with the work of the Holy Spirit, will one
day give us an abundant harvest.
Prayer: Beloved Lord, teach me to do your will every day, to plant
seeds of goodness and truth in the lives of those around me, and then to leave
it to you to do the work of growth. In Jesus' name, Amen.
Translation by John Potter
SEMBRANDO Y
ESPERANDO
1 CORINTIOS 3:5-17
No nos cansemos de hacer el bien; porque a su tiempo
segaremos, si no desmayamos.
Gálatas 6:9
Cuando yo era niña, vivíamos en una pequeña finca que
tenían mis abuelos en el campo. Un día planté un puñado de semillas de mantos
cerca de la casa. A la semana siguiente fui a ver si habían brotado ya. Y así,
de ves en cuando me acercaba a mi siembra para ver un brote, pero nada sucedía.
Finalmente resignada abandone mi vigilia.
Imaginen mi sorpresa
cuando tres semanas después descubrí una enredadera de mantos que había crecido
a lo largo de la casa con bellísimas flores. ¡Mi cosecha se había logrado!
Así sucede con nuestro
trabajo para con Dios. Antes de que una semilla pueda crecer, primero debe ser
plantada. Luego ha de pasar el tiempo necesario para permitirle crecer. Hemos
de ser pacientes y dar tiempo a Dios para su obra de hacer crecer la semilla en
nuestros corazones y en los de nuestros hermanos y hermanas. Eso sí, no debemos
olvidar regar y cuidar la siembra cada día. Nuestra fe, nuestro pequeño aporte
diario y la paciencia, junto con la obra del Espíritu Santo, nos dará un día
una abundante cosecha.
Oración: Señor amado, enséñame a hacer tu voluntad cada
día, a plantar semillas de bien y verdad
en las vidas de mis prójimos, y luego dejarte a ti que hagas la obra de
crecimiento. Por Jesús, amén.
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