April 2

Palm Sunday

THE FINAL ENTRY

Matthew 21:6-9

For I tell you, you will not see me again until you say, ‘Blessed is the one who comes in the name of the Lord.’

Matthew 23:39 (NRSV)

The Hour having arrived, Jesus decides to make his final entry into Jerusalem, and he does it in a way that is both carefully planned and spectacular. He, who had always been opposed to any public demonstration of praise, who had gone into hiding when the people wanted to proclaim him king, now accepts what some define as a triumphal entry, although he well knows that the the scenario he is about to live out has little triumph in it. He accepts being acclaimed as the awaited Messiah.

In that final entry, Jesus knows that the same people who are jubilantly acclaiming him will soon lead him to Calvary. The palms will become lashes, the olive branches thorns, the cheers and acclamations merciless taunts.

Already inside the city, Jesus couldn’t let his feelings run away with him expressing that deep pain which overwhelms him for the nation to whom he come to deliver the message of salvation: “Jerusalem, Jerusalem, the city that kills the prophets and stones those who are sent to it!” (Mt. 23:37) Even so, he has a certainty of life expressed in the text: you will not see me again until you say, ‘Blessed is the one who comes in the name of the Lord.’

In that certainty. We as a church also wait until we can see the complete manifestation of the Kingdom manifest.

 

Prayer: Lord, help your Church to follow you in the midst of confrontation and not only in the praise of the crowd. Amen.

 

Translation by John Potter

 

Abril 2

Domingo de Ramos

LA ULTIMA ENTRADA

Mateo 21:6-9

Porque yo les digo que no volverán a verme hasta que digan: Bendito el que viene en el nombre del Señor”.

Mateo 23:39

Ha llegado la hora, Jesús decide emprender el recorrido final para entrar en Jerusalén, y lo hace de un modo planificado y espectacular. Él, que se había opuesto siempre a cualquier manifestación pública de alabanza, que se había escondido cuando el pueblo quiso hacerle rey, acepta hoy lo que algunos definen como entrada triunfal, aunque bien sabe Jesús que de triunfo tendrá muy poco la escena que comienza a vivir. Acepta ser aclamado como aquel Mesías esperado.

En aquella última entrada Jesús sabe que el mismo pueblo que le aclama jubiloso dentro de poco le conducirá al Calvario. Las palmas se tornarán azotes; los ramos de olivo, en espinas; los vítores y aclamaciones, en burlas despiadadas.

No puede Jesús dejar correr sus sentimientos, ya dentro de la ciudad, para expresar ese dolor profundo que le embarga por la nación a la que ha venido a traer el mensaje de salvación: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados a ti…!” Aun así, tiene una certeza de vida, expresada en el texto “...no volverán a verme hasta que digan: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

En esa certeza también hoy esperamos como iglesia, hasta poder ver realizada la manifestación plena del Reino.

 

Oración: Ayuda a tu iglesia, Señor, a seguirte en medio de la confrontación y no solo en la alabanza de la muchedumbre. Amén.