Tuesday, June 23
PERFECTION
PSALM 119: 1-5
Happy are those whose
way is blameless,
who walk in the law of the Lord. Psalm 119: 1
To achieve virtue, excellence, and decency have been goals
sought by different cultures and civilizations for centuries. The biblical term
blessedness speaks to the felicity
that is possible to attain for those who observe the will of God. In this
beautiful psalm, which is the focus of our meditation today, we find countless
invitations to follow the path of perfection. That is: God’s way. The goal of perfection may sound a little
pretentious to us, but remember that our Christian spirituality comprises a
gradual process of sanctification,
whose extension does not approximate Christ’s stature, yet we draw closer to
him through aspiring. This is the privilege, and at the same time, the
responsibility that we have to embrace by being made in the image of God.
The total separation between pride and perfection is an
important distinction we should not forget. If we believe our virtue makes us
superior to others, we will immediately distance ourselves from the perfection to
which God calls us; because humility is a basic component to approaching our
God, as many Gospel stories attest.
Let’s align ourselves to God’s presence today, to have Jesus’s example
be ever more present; and surely God will accompany us until the work of love
which he has already begun in us is perfected.
Prayer: Gracious God, the
perfection I aspire to is nothing other than obeying your will. Help me in this
endeavor. Amen.
Translation by John Walter
La perfección
Salmo 119:1-5
Dichosos los de conducta perfecta,
los que siguen las enseñanzas del Señor.
Salmo 119:1
Alcanzar la virtud, la excelencia, la idoneidad, han
sido metas anheladas por diferentes culturas y civilizaciones por siglos. El
término bíblico bienaventuranza da cuenta de la felicidad que es posible
alcanzar por parte de aquellos y aquellas que cumplen la voluntad de Dios. En
este hermoso salmo sobre el cual hoy meditamos encontramos un sinnúmero de
invitaciones a seguir el camino de la perfección, es decir, el camino de Dios.
Quizás para nosotros suene un poco pretensioso la meta de la perfección,
pero recordemos que nuestra espiritualidad cristiana tiene en cuenta un proceso
de gradual santificación, cuyo alcance si bien no culmina en la estatura
de Cristo, sí nos acerca a él en lo posible. Es ese el privilegio y a la vez la
responsabilidad que tenemos de ser imagen de Dios.
Algo muy importante que no debemos olvidar es el divorcio total que existe
entre el orgullo y la perfección. Si creyéremos que nuestra virtud nos hace
mejores que otras personas, inmediatamente nos alejaremos de la perfección a
que Dios nos llama. Sí, porque un componente básico de la cercanía a nuestro
Dios es la humildad, de lo cual dan cuenta muchos relatos del evangelio.
Dispongámonos hoy a acercarnos más a Dios, a tener más presente el ejemplo
de Jesús, y con seguridad Dios nos acompañará hasta perfeccionar la obra de
amor que ya ha comenzado en nosotros y nosotras.
Oración: Dios bueno, la perfección que quiero alcanzar no es más que cumplir tu
voluntad. Ayúdame en este empeño. Amén.
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