Friday, March 11
EVERYONE IS IN ROBES
ROMANS 3:21-23
“I only
understand that God shown no partiality,
but in every nation anyone who fears him
and does what is right is acceptable to him. ”
Acts
10:34-35
Many people are gathered in the medical institution
where I am undergoing a health treatment. I couldn’t say whether one of them
works elegantly dressed, or in sports attire,
or if one is simply a janitor, or which of them travels to work in a
bus, on foot, or by car.
There, differences are inconspicuous;
we’re all on the same level. Everyone’s wearing a robe; everyone receives
treatment in the same manner.
This reminds us that God does not play
favorites. The color of the skin, social origen, or intellectual level is not
important to Him. The verdict is the same for everyone; there’s no difference,
everyone has sinned. Each person should concern himself much more for this
divine assessment than for the opinion of his fellow man, as one day he will
have to give an account before the just
and holy God.
The Holy God is also the God of love who
offers everyone freedom and forgiveness, therefore, he invites each of us to
accept Jesus as his personal Savior. He also approaches you today. He loves you
as you are, with your qualities and defects, your richness and your poorness,
your energy and your exhaustion…
Prayer: Thank you Father because you love
us equally, without giving importance to who we are. Amen.
Translated by John Walter
TODOS EN BATA
ROMANOS 3:21-23
“En verdad comprendo que Dios no hace acepción
de personas, sino que en toda nación se agrada
del que le teme y hace justicia”
Hechos 10:34-35
En la institución médica donde me estoy sometiendo a un tratamiento para la
salud se reúne mucha gente. No puedo decir si alguno de ellos trabaja con un
traje elegante, uno deportivo, o si alguno sólo es auxiliar de limpieza, o cuál de ellos va al trabajo en guagua, a
pie o tiene carro. Allí no se notan
diferencias, todos estamos al mismo nivel, todos estamos en bata. Y a todos se nos aplica el tratamiento de la
misma manera.
Esto nos recuerda que Dios no hace acepción
de personas. El color de la piel, el origen social o el nivel
intelectual no tienen importancia para Él. El veredicto es el mismo para todos:
no hay diferencia, todos pecaron. Cada uno debería preocuparse mucho más por
esta apreciación divina que por la opinión de sus semejantes, pues un día
tendrán que rendir cuenta ante el Dios justo y santo. El Dios Santo también es el Dios de amor que ofrece a todos la liberación y el perdón, por ello
invita a cada uno a aceptar a Jesús como su Salvador personal. También se
dirige a usted en el día de hoy. Él le ama tal como es, con sus cualidades y
defectos, su riqueza y su pobreza, su energía y cansancio...
Oración: Gracias Padre, porque tú nos amas igual, sin importar quienes seamos. Amén.
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