Sunday, March 27
Easter
Sunday
THE LORD
IS RISEN
LUKE 24:1-12
“Why do
you look for the living among the dead?”
Luke 24: 5
The bitter
hours of weeping and despair were over. The
anguish over the bloody body, the pain of watching the nails hammered into the
Teacher’s hands and feet, had passed. Now came the solitude, the emptiness of
no longer having him; silence. He would no
longer be among us to tell us his parables, or to teach us how to share our
bread and fish, or to help us to bear our heavy burdens. Who would tenderly
lift and embrace our little children?
Who would say to us “your sins are
forgiven” or “get up and walk”?
Never more; he’s gone and once again death has been victorious. All that
remains now is for us to anoint his corpse.
This is
how those women were feeling when they went to anoint the body of Jesus early
in the morning. These were the women who
had accompanied him in his ministry, at the moment of his death, and who were
now coming to anoint his body in accordance with the tradition of the
people. They were devastated by their
loss, because although the Teacher had told them that he was going to die and
that he would resurrect on the third day, they, like the others, had not
understood the magnitude of his words.
Sisters
and brothers, death’s suffering turns into joy; the death that we have suffered
is no more than the death of death: the assurance of eternal life. Jesus has
shown that with love and obedience even unto their ultimate consequences, we
can put to death everything that separates us from the fullness of God. The Teacher
has shown us that only by putting to death in Him all those things and feelings
that distance us from the love of God, are we able to experience his
Glorification. The Lord has resurrected, and with him all of our being. “He is not here, He has risen!” Yes, this
should be our song today, tomorrow and forever.
Prayer: Help us to be witnesses of you as the Living Christ. Amen.
Domingo de Resurrección
EL SEÑOR RESUCITÓ
LUCAS 24:1-12
“…¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo...?
Lucas 24: 5
Las horas amargas de llanto y desesperación habían
terminado. La angustia por el cuerpo desangrado, el dolor de ver los clavos
traspasando las manos y los pies del Maestro, había pasado. Ahora, la soledad,
el vacío de no tenerlo más, el silencio. Ya no estará entre nosotras para contarnos
sus parábolas, tampoco para enseñarnos a compartir panes y peces, o ayudarnos a
llevar nuestras pesadas cargas. ¿Quién recogerá en una caricia a nuestros
pequeños hijos, quién nos dirá "tus pecados te son perdonados" o
"levántate y anda"?. Ya no más, se ha ido, una vez más la
muerte ha salido victoriosa. Ahora, sólo nos queda ungir su cuerpo.
Este era el sentir de aquellas mujeres que temprano
en la mañana fueron a ungir el cuerpo de Jesús. Ellas, que le habían acompañado
en su ministerio, en el momento de su muerte, también ahora venían para ungir
su cuerpo de acuerdo con la tradición del pueblo. Estaban abatidas por la
pérdida, pues aunque el Maestro les había dicho que moriría y que al tercer día
resucitaría, ellas, como los demás, no comprendieron la magnitud de sus
palabras.
Hermanas/
os, el sufrimiento de la muerte se
torna en alegría, la muerte que hemos
sufrido, no es más que muerte de la muerte, certeza de vida eterna. Jesús ha
demostrado que con amor y obediencia hasta las últimas consecuencias, se puede dar muerte a todo lo que nos aleja
de la plenitud de Dios. El Maestro nos ha demostrado que solo dando muerte en
Él a todas aquellas cosas y sentimientos que nos distancian del amor de Dios,
podemos experimentar su Glorificación. El Señor resucitó, y con él todo nuestro
ser, ¡No está, ha resucitado!, Sí, ese deberá ser nuestro cántico hoy, mañana y
por siempre.
Oración: Ayúdanos a testificar de ti
como el Cristo Vivo. Amén.
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