Thursday, November 17
EVERYTHING UNDER
OUR CONTROL?
JUDGES 11:19-38
Do not keep talking
so proudly
or let your mouth speak such arrogance,
for the Lord is a
God who knows,
and by Him deeds
are weighed.
1 Samuel 2:3
Today’s passage contains a profound lesson. Jephthah, one of Israel’s
judges, promises to offer in sacrifice the first thing he comes upon after the
victory against the Ammonites. As it turns out, that thing was a person, his
daughter, who doesn’t resist the commission of the promise because of what it
represented to her father. The sacrifice is consummated. So this is how a
memorable Israeli hero carries in himself the terrible weight of his daughter’s
death because of enormous arrogance and the great sin of determining the fate
of others - and nothing more and nothing less due to happenstance.
We should guard against committing Jephthah’s sin. We shouldn’t think
we have the prerogative to decide, redirect, or disrupt the lives of those
around us, because we could suffer great surprise and disappointment. When we
think our privileged position gives us unlimited authority, as was the case
with Jephthah, remember the high price he had to pay for his arrogance. God has
the ultimate control of all situations in our lives, and it’s to Him we should
commend ourselves in whatever undertaking we may attempt. It is He who insures
our comings and goings, and who provides us with discernment in life’s most
difficult situations.
If today you are going through heavy trials and you feel beleaguered,
have faith and entrust yourself to God like Jephthah, and you’ll continue
forward without stumbling. But once you’ve passed the test don’t defy God with
decisions that annul divine participation in the achieved goal. Don’t promise
what you shouldn’t, and you will not suffer bitter consequences.
Prayer: Our Father, cull from us that
which doesn’t permit us to depend on you, above all when it leads us to
arrogance and vainglory. Amen
Translated by John Walter
¿Todo
bajo nuestro control?
Jueces
11:29-38
Dejen de hablar con tanto
orgullo y altivez;
¡no profieran palabras
soberbias! El Señor es un Dios
que todo lo sabe y él es quien
juzga las acciones.
1 Samuel 2:3
El pasaje de hoy encierra en sí una profunda
lección. Jefté, uno de los jueces de Israel promete ofrecer en holocausto al
primero que saliera a su paso luego de la victoria contra los amonitas. Resulta
que esta persona fue su hija, quien no se resiste al cumplimiento de la promesa
por lo que esto representaba para su padre. El sacrificio entonces, es
consumado. Es así como un héroe memorable de Israel carga consigo el terrible
peso de la muerte de su hija por la enorme arrogancia, y gran pecado, de
pretender decidir sobre la vida de otros, y nada más y nada menos que al azar.
Nosotros debemos cuidarnos de cometer este pecado de Jefté. No pensemos que
tenemos la prerrogativa de decidir, desviar o distorsionar la vida de quienes
nos rodean, porque podremos sufrir grandes sorpresas y decepciones. Cuando
pensamos que nuestro lugar de privilegio en cierto espacio nos da una potestad
ilimitada como la de Jefté, recordemos el alto precio que este tuvo que pagar
por su arrogancia. El control último de todas las situaciones de nuestra vida
lo tiene Dios, y es a él a quien debemos encomendarnos en cualquier empresa que
acometamos. Es él quien guarda nuestras salidas y entradas y quien nos provee
de discernimiento ante las más difíciles situaciones de la vida.
Si usted hoy está atravesando por pesadas pruebas y
se siente atribulado, tenga fe y encomiéndese a Dios como Jefté, y seguirá
hacia adelante sin tropiezo; pero una vez atravesada la prueba, no desafíe a
Dios con decisiones que anulen la participación divina en la meta alcanzada. No
prometa lo que no debe y no sufrirá amargas consecuencias.
Oración: Señor nuestro, desarraiga de nosotros lo que no nos
permite depender de ti, sobre todo cuando nos impulsa a la arrogancia y la
vanagloria. Amén.
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