Monday,
October 16
TRUE HAPPINESS
PSALM 1
Happy are those who do not follow the advice of the
wicked,
or take the path that sinners tread, or sit in the
seat of scoffers;
But their delight is in the law of the Lord,
and on his law they meditate day and night.
Psalm 1:1-2 NRSV
If one takes an imaginary trip over the
earth, the heart will easily fill with grief. Seeing so much irreverent mockery
of the designs of God, we can have even stronger feelings that can dehumanize
us: anger, violence, taking justice into our own hands. One can become
discouraged, and think that the Gospel is an unreachable utopia, that the
brotherhood based on truth and justice is not possible. One can even get tired
of betting on the good. But at this fork in the road, before we opt for another
project, a soft, constant whisper comes to the ears of our heart: Happy those
who love the law of the Lord, and meditate on it day and night. We can rest,
regaining strength to see that happy is the man who kneads the bread of life in
the everyday struggle and gives it for a small but noble cause. Happy are the
man and woman who create new opportunities in their family, in their
neighborhood, or in their town, to open the way for the new life of their
children. Happy is the one who fights for dignity of the brothers excluded from
the table of brotherhood. Happy is the one who continues believing that Jesus
is the Lord of history and that he has victory over evil and death forever. And
you, have you asked yourself why you are happy?
Prayer: Heavenly
Father, permit me to reflect your love daily and to show others that I am one
of your disciples. Amen.
Translation by Deborah McEachran
FELICIDAD
VERDADERA
SALMO
1
Feliz
el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los
pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su
amor en
la ley
del Señor y en ella medita noche y día
Salmo
1:1-2
Si uno
hace un viaje imaginario por la tierra, fácilmente el corazón se le llena de
congoja. Ante tanta burla irreverente a los designios de Dios, afloran los
sentimientos más fuertes que pueden deshumanizarnos: la ira, la violencia, la
justicia por mano propia. Uno puede caer en el desaliento, y pensar que el
Evangelio es una utopía irrealizable, que la fraternidad basada en la verdad y
la justicia no será posible. Incluso uno puede cansarse de apostar al bien.
Pero ante la encrucijada, ante la opción por otro proyecto, un susurro suave y
constante llega a los oídos del corazón: Feliz el hombre que pone su amor en la
ley del Señor y en ella medita noche y día. Uno descansa recuperando fuerzas para ver que es feliz el hombre que
amasa el pan de la vida en lo cotidiano de la lucha y la entrega por una causa
pequeña, pero noble. Feliz el hombre y la mujer que genera espacios nuevos en
su familia, en su barrio, en su pueblo, para que la vida nueva de sus hijos se
abra paso. Feliz el que lucha por la dignidad de sus hermanos excluidos de la
mesa fraternal. Feliz el que sigue creyendo que Jesús es el Señor de la
historia y venció el mal y la muerte para siempre…Y tú, ¿te has preguntado por qué eres feliz?
Oración: Padre Celestial, permite que mi vida diaria pueda reflejar tu amor y
mostrar a otros que soy uno de tus discípulos. Amén.
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