Monday, January 15
BY THE SAME PATHWAY
HEBREWS 7:11-22
For the law made
nothing perfect,
and a better hope is
introduced,
by which we draw near
to God.
Hebrews 7:19
One day a calf had to cross a virgin forest to return to its pasture. As
it was an irrational animal, it cut a torturous path full of curves, ascending
and descending hills. A dog that was passing by used the same path to cross the
forest. Afterwards, it was a ram’s turn, who, on seeing the space already
there, also followed along it. Later,
people began using that path, they entered and left, turning to the right and
left, they descended, avoiding obstacles, complaining and cursing with good
reason. But they did nothing to create a
new one. Thus, the path ended up being turned into a broad way where the poor
animals tired themselves out under heavy loads, obliged to cross in three hours
a distance that could have been made in thirty minutes if they hadn’t followed
the way opened by the calf.
Many years passed, and the way became the main street of a village, and
finally into the main avenue of a city. Everyone complained about the transit
because the route was the worst possible. Meanwhile, the old and wise forest
laughed, on seeing that the human beings had the tendency to follow like blind
men the way that was already open without ever asking themselves if that was
the best choice.
Don’t we do the same in many aspects of life? At times for comfort, at
times for convenience, and others for self-interest or for not beginning new
challenges. It would be good if today you analyzed whether it’s worth the
trouble to cross the same way, or if possibly by that route that is still
closed, thereby finding the true reason for which to live.
Prayer: Guide my steps, Lord, all the
days of my life. Teach me the route to go, the straight and true way, the path
that brings me to you. Amen.
Translated by John Walter
POR EL
MISMO CAMINO
HEBREOS
7:11-22
Pues
la ley no trajo nada definitivo. Y al mismo tiempo se nos abre una esperanza
mucho mejor: la de tener acceso a Dios
Hebreos
7:19
Un día un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen
para volver a su pastura. Como era un animal irracional, abrió un sendero
tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Un perro que pasaba por allí usó
ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero que,
viendo el espacio ya ahí, también siguió por él. Más tarde, las personas
comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha y a la izquierda,
descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no
hacían nada para crear uno nuevo. Así, el sendero acabó convertido en un amplio camino
donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer
en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos si
no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle
principal de un poblado y, finalmente, en la avenida principal de una ciudad.
Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los seres humanos
tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse
nunca si esa es la mejor elección. ¿No hacemos nosotros lo mismo en muchos
aspectos de la vida? A veces por comodidad, a veces por conveniencia y otras
por interés o por no emprender nuevos retos. Sería bueno que hoy analizaras si
vale la pena atravesar el mismo camino o si posiblemente en ese que aun está
cerrado, encuentres la verdadera razón por la cual vivir.
Oración: Guía mis
pasos, Señor, todos los días de mi vida. Enséñame el camino a transitar, el
camino recto y verdadero, el camino que me lleva a ti. Amén.
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