Thursday, January 11
A GOOD SIGN
ISAIAH 7:10-17
Ask the Lord your God
for a sign,
whether in the deepest
depths or in the highest heights. (NIV)
Isaiah 7:11
The prophet Isaiah
spoke those words to King Ajaz who was about to be invaded by two neighboring
peoples. In this message given by God, Isaiah also announces to him: take care, but be not afraid, have no fear,
nor be intimidated. (4) The prophet urges him to have a firm faith, to
remain upright before the threats of war.
God’s promise is that
the kingdom of Judah will be liberated; therefore, fear not, the dangers of
dethroning the descendants of King David would disappear. Isaiah proclaims the
sign, he asks that something may happen that announces God’s protection for
that people.
The prophet does not
speak of a miracle or of a fantastic action of the magical arts. That sign
finally materialized, and it was a young pregnant woman who had a son whom she
called Emmanuel, which means God with us.
That symbolic name reaffirms divine protection for King Ajaz and the people of
Judah.
And what if we
transported Isaiah’s prophecy to our times, to our own lives? What sign would
each of us receive? What announces God’s presence and protection? Perhaps the
answer may be in the simple things that surround us daily: the joys, the
emotion of being able to have someone whom we can embrace and say, “I love
you,” or forgiving the one that hurt us deeply, giving ourselves the possibility
of forgiving ourselves, and so many other signs that are in us to be
discovered. Do we accept the challenge?
Prayer: Lord, let us see your signs every day, and in
each circumstance that life presents us. We ask in Jesus’s name, amen.
Translated by John Walter
UNA BUENA SEÑAL
ISAÍAS
7:10-17
Pide
al Señor tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal,
ya
sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.
Isaías
7:11
El
profeta Isaías pronuncia estas palabras al rey Ajaz, quien estaba a punto de
ser invadido por dos pueblos vecinos. En este mensaje dado por Dios, Isaías le
anuncia también: Ten cuidado, pero no te asustes, no tengas miedo ni te
acobardes. (v4). El profeta lo insta a tener una fe firme para permanecer
en pie ante las amenazas de guerra.
La
promesa de Dios es que el reino de Judá será liberado, por tanto, no tendrían
miedo, los peligros de destronar al descendiente del rey David desaparecerían.
Isaías proclama una señal, solicita que suceda algo que anuncie la protección
de Dios para ese pueblo.
El
profeta no habla de un milagro o de una acción fantástica como por arte de
magia. Esa señal finalmente se concretó y fue una joven embarazada que tuvo un
hijo al que llamó Emmanuel, que significa:
Dios con nosotros. Ese nombre simbólico reafirma la protección
divina para el rey Ajaz y su pueblo de Judá.
¿Y
si esa profecía de Isaías la transportamos a nuestra realidad, a nuestra propia
vida? ¿Qué señal recibimos cada uno de nosotros? ¿Qué nos anuncia la presencia
y protección de Dios?
Quizás
la respuesta esté en las cosas sencillas que nos rodean diariamente: las
alegrías, la emoción de poder tener a alguien a quien abrazar y decirle: “te
quiero”; el perdonar a quien nos hirió profundamente, el darnos la posibilidad
de perdonarnos a nosotros mismos. Y tantas otras señales está en nosotros
descubrirlas. ¿Aceptamos el desafío?
Oración:
Señor, permítenos ver tus señales todos los días y
ante cada circunstancia que se nos presenten en la vida. Por Jesús te lo pedimos, amén.
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