Thursday, January 18
Week of Prayer for Christian Unity
THE THINGS WHICH UNITE US
LUKE 15:11-32
Then the older son was
furious and
didn’t want to enter in,
but his father came out and begged him.
Luke 15:28 (CEB)
How many are the reasons for envy and jealousy, for living
with rancor and bitterness? This is what
separates the older brother from the younger brother. How many things separate us today? Surely, we could say old offenses, antipathy,
prejudice, jealousy and envy. The list
is long, almost unending. The older
brother had plenty of reasons to feel displaced and to be furious. How many times do we also have reasons to
feel the same?
Nevertheless, the father begs the older son to come
in. It hurts him to see the resentment
that keeps his older son from being able to enjoy the party, for he loves both
sons equally.
What pain will our Father feel over all that separates
us and keeps us from celebrating?
“My things are your things.” This unites the older brother with the
younger brother: the same house, the same blood, the same last name, the same
love.
What unites us today?
The same house that was given by God is the world, the same love poured
out for us all, the same body given for all, the same love and mercy of the
Father, the same last name: Christian.
Each time we join together in his name, each time we
celebrate the Lord’s supper, the hope is again present that we are called to be
one body through the one who was given for us and makes us heirs of the same
promise.
Prayer: Forgive us,
Lord, for the many, many times that we allow hate, envy and offenses to
interfere in our life as brothers and sisters in the communities of faith. Guide us and free us from sin. Amen.
Translation by Deborah McEachran
Comienza Semana de oración por la unidad
de las cristianas y los cristianos
LAS COSAS QUE NOS UNEN
LUCAS 15:11-32
Entonces (el hermano mayor) se enojó y no quería
entrar.
Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrara.
Lucas 15:28
¡Cuántos motivos para la envidia y los celos, para
vivir con rencores y amargados! Esto separaba al hermano mayor del menor.
¿Cuántas cosas nos separan a nosotros hoy? Seguro que podremos decir que nos
separan viejas ofensas, antipatías, prejuicios, celos, envidia. La lista es
larga, casi interminable. El hermano mayor tenía motivos de sobra para sentirse
desplazado y estar furioso. ¡Cuántas veces también nosotros tenemos motivos
para sentirnos así!
Sin embargo, el padre ruega al mayor que entre. Le
duele ver ese resentimiento que le impide a su hijo mayor sumarse a la fiesta,
pues él ama por igual a sus dos hijos.
¿Cuánto dolor sentirá nuestro Padre por todo
aquello que hoy nos separa y nos impide festejar?
Mis cosas son tus cosas. Esto unía al mayor con el
menor: la misma casa, la misma sangre, el mismo apellido, el mismo amor. ¿Qué
nos une hoy? La misma casa que nos fue dada por Dios que es el mundo, una misma
sangre derramada para todos, el mismo cuerpo entregado para todos, el mismo
amor y la misericordia del Padre, un mismo apellido: cristiano y cristiana.
Cada vez que nos juntamos en su nombre, cada vez
que celebramos la cena de nuestro Señor, se vuelve a hacer presente la
esperanza de que somos convocados como un cuerpo por aquel que se entregó por
nosotros y nos hace herederos de una misma promesa.
Oración: Perdónanos Señor, por las tantas y tantas veces en las que dejamos que
odios, envidias, y ofensas interfieran en nuestra vida como hermanos y hermanas
de comunidades de fe. Guíanos, apártanos del mal. Amén.
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