Monday, August 13, 2018

Monday, August 13 GRANDEUR OF GOD, HUMAN GRATITUDE PSALM 19:1-6


Monday, August 13
GRANDEUR OF GOD, HUMAN GRATITUDE
PSALM 19:1-6

The heavens declare the glory of God;
the skies proclaim the work of his hands.  (NIV)
Psalm 19:1

The Psalmist attributes all celestial activity to the direct influence of God: in the sun’s rising and the radiance of the stars the Psalmist sees nothing less than the work of the Creator.

Chesterton, the English poet, says that each morning God commands the sun, “Get up you lazy sun and fulfill your obligations.” Nevertheless, some people continue to see contradictions between the scientific laws that rule the movement of the stars of the universe and the action of the Creator.

The believers in our Sunday worship, and even in our solitary meditations, praise God for the celestial vault and for the breeze that murmurs, for the constellations on high, for the immense ocean, for the waters that flow in the streams, for the vast mountains, for the trees that sway, for the grass that we tread upon with our feet.

We also thank the Creator for the gifts that permit us to appreciate so much external beauty; that is to say: the human senses that permit us to admire the splendor of the dawn and receive the perfume of a jasmine.

Is there perhaps a contradiction between the science that measures everything by the universal laws and the Christian, who, not forgetting them, sees God as sustainer of all such laws?


Prayer: We pray to you O God, that you may give us an open heart to all the joy and all the beauty that there is in this world. Allow us to see the manifestation of your glory in the heavens that blaze or in the gentle rustling. In Jesus Christ, amen.

Translation by John Walter



GRANDEZA DE DIOS, GRATITUD HUMANA
SALMO 19:1-6

Los cielos cuentan la gloria de Dios,
y el firmamento anuncia la obra de sus manos
Salmo 19:1

El salmista atribuye toda actividad celestial a la influencia directa de Dios. Al levantarse el sol, al fulgurar las estrellas, el salmista no ve más que la obra del Creador.
El poeta Inglés Chesterton dice que cada mañana Dios le ordena al sol: “Levántate, perezoso, y cumple con tus obligaciones.” Sin embargo, algunos siguen viendo contradicciones entre las leyes científicas que rigen el movimiento de los astros del Universo, y la acción del Creador.
Los creyentes en nuestros cultos del domingo, y aún en nuestras meditaciones solitarias, alabamos a Dios por la bóveda celeste y por la brisa que susurra, por las constelaciones en lo alto, por el inmenso océano, por las aguas que fluyen en los arroyuelos, por las montañas ingentes, por los árboles que se mecen, por la hierba que hollamos con nuestros pies.
También agradecemos al Creador los dones que nos permiten apreciar tanta belleza externa, es decir, los sentidos humanos que nos permiten admirar el esplendor de la alborada y recibir el perfume de un jazmín.
¿Hay acaso una contradicción entre la ciencia que lo mide todo por las leyes universales y el cristiano que no las olvida, pero que ve a Dios como sustentador de tales leyes?

Oración: Te rogamos oh Dios, que nos des un corazón abierto a todo el gozo y a toda la belleza que hay en este mundo. Permítenos ver en la zara que arde o en el silbo apacible, la manifestación de tu gloria. Por Jesucristo, amén.



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