Friday April 17
THIRST FOR GOD
PSALM 42
My soul thirsts for God, for the living God…(NIV)
Psalm 42:2
To lack water implies the greatest of all miseries because
without it we can dehydrate and even die.
There’s a sign that lets us know when our body needs water
to continue its course: it’s thirst. When this happens, and we don’t have
anything at hand to drink, we despair and anguish. That is when we give water its unparalleled value.
But what concerns us isn’t precisely physical thirst. As in biblical times, there
exists an urgency in today’s world to recognize the necessity of God in our
lives. If at times we act harshly, have regrets, and act with a lack of love
it’s because inside we’re parched, and we need the fresh anointing of God’s
presence.
Going to church once a week is an insufficient sip. We need
to dedicate a space of time every day to prayer and reading the Word. The
fountain that springs from God is constant, renewed and pure, and it can quench
our thirst.
We know life is full of unexpected situations; but, though faced
with them, we don’t go just anywhere to satisfy them. Although we are isolated,
in desert areas, we take a reserve of its blessed spring with us to consume at
the indicated time.
Prayer: Lord, submerge me in the River of your spirit.
I need to refresh this dry thirsty heart. Amen.
Translation
by John Walter
Abril
17, viernes
LA SED DE DIOS
SALMO 42
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente.
Salmo
42:2
Carecer de agua supone la mayor de
todas las miserias porque sin ella podemos deshidratarnos y hasta morir.
Existe una señal que nos permite
saber, cuándo nuestro cuerpo necesita el agua para seguir su curso: es la sed.
Cuando esto sucede y no tenemos al alcance de la mano algo de beber, nos
desesperamos y nos angustiamos. Es
entonces cuando le damos un valor sin igual al agua. Pero no es precisamente la
sed física, lo que nos ocupa. Igual que en los tiempos bíblicos, existe una
urgencia en el mundo de hoy a reconocer la necesidad de Dios en nuestra vida.
Si a veces actuamos con aspereza, remordimientos y con falta de amor, es porque
estamos secos por dentro y precisamos la unción fresca de la presencia de Dios.
No basta con un sorbo, una vez por semana al asistir a la iglesia. Necesitamos
cada día dedicar un espacio de tiempo a la oración y a la lectura de la
Palabra. El manantial que brota de Dios
es constante, renovado y puro y solo en él podremos mitigar nuestra sed.
Sabemos que la vida está llena de
situaciones inesperadas, pero ante ellas, no acudamos a saciar nuestra
necesidad a cualquier sitio. Aunque estemos apartados, en áreas desérticas,
llevemos una reserva de su manantial bendito con nosotros para consumirlo cuando
sea la hora indicada.
Oración: Señor, sumérgeme en el Rio de tu espíritu.
Necesito refrescar este seco corazón sediento de ti. Amén.
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