Friday, April 17, 2020

Friday April 17 THIRST FOR GOD PSALM 42


Friday April 17
THIRST FOR GOD
 PSALM 42
My soul thirsts for God, for the living God…(NIV)
Psalm 42:2
To lack water implies the greatest of all miseries because without it we can dehydrate and even die.
There’s a sign that lets us know when our body needs water to continue its course: it’s thirst. When this happens, and we don’t have anything at hand to drink, we despair and anguish.  That is when we give water its unparalleled value. But what concerns us isn’t precisely physical thirst. As in biblical times, there exists an urgency in today’s world to recognize the necessity of God in our lives. If at times we act harshly, have regrets, and act with a lack of love it’s because inside we’re parched, and we need the fresh anointing of God’s presence.

Going to church once a week is an insufficient sip. We need to dedicate a space of time every day to prayer and reading the Word. The fountain that springs from God is constant, renewed and pure, and it can quench our thirst.

We know life is full of unexpected situations; but, though faced with them, we don’t go just anywhere to satisfy them. Although we are isolated, in desert areas, we take a reserve of its blessed spring with us to consume at the indicated time.   

Prayer:  Lord, submerge me in the River of your spirit. I need to refresh this dry thirsty heart. Amen.

Translation by John Walter 

Abril 17,  viernes
LA SED DE DIOS
 SALMO 42

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente.

Salmo 42:2

            Carecer de agua supone la mayor de todas las miserias porque sin ella podemos deshidratarnos y hasta morir.

            Existe una señal que nos permite saber, cuándo nuestro cuerpo necesita el agua para seguir su curso: es la sed. Cuando esto sucede y no tenemos al alcance de la mano algo de beber, nos desesperamos y nos angustiamos.  Es entonces cuando le damos un valor sin igual al agua. Pero no es precisamente la sed física, lo que nos ocupa. Igual que en los tiempos bíblicos, existe una urgencia en el mundo de hoy a reconocer la necesidad de Dios en nuestra vida. Si a veces actuamos con aspereza, remordimientos y con falta de amor, es porque estamos secos por dentro y precisamos la unción fresca de la presencia de Dios. No basta con un sorbo, una vez por semana al asistir a la iglesia. Necesitamos cada día dedicar un espacio de tiempo a la oración y a la lectura de la Palabra.  El manantial que brota de Dios es constante, renovado y puro y solo en él podremos mitigar nuestra sed.

            Sabemos que la vida está llena de situaciones inesperadas, pero ante ellas, no acudamos a saciar nuestra necesidad a cualquier sitio. Aunque estemos apartados, en áreas desérticas, llevemos una reserva de su manantial bendito con nosotros para consumirlo cuando sea la hora indicada.

Oración: Señor, sumérgeme en el Rio de tu espíritu. Necesito refrescar este seco corazón sediento de ti. Amén.

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