July 14, Tuesday
AND WERE THEY HAPPY?
1 PETER 3:1-12
Do
not adorn yourselves outwardly by braiding your hair, and by wearing gold
ornaments or fine clothing; rather, let your adornment be the inner self with
the lasting beauty of a gentle and quiet spirit, which is very precious in
God’s sight.
1 Peter 3:3-4 (NSRV)
Despite fairy tales, there is no
guarantee that people who get married will be happy forever. Things sometimes
go terribly wrong. Even with the best intentions, we may find ourselves in a
house filled with resentment, hostility, and disgrace. There is no greater pain than that of an
unhappy marriage.
However, a difficult marriage may be
the framework in which God deals with the “inner self.” Instead of focusing
solely on what is wrong with our spouse, we need to open our hearts to the Lord
and ask Him to confront the evil that is in us. He will begin to do it kindly,
little by little but with generosity. We will begin to see ourselves as we are,
and not the person we had imagined ourselves to be. We will come to see how
much we need the Savior’s forgiveness and the Spirit’s help to do, in love, what
is right even when we have been harmed.
There are no guarantees in life
except the love of God. With His help, we can change. Although all the ills of
our marriage may not be cured, God’s grace can heal us.
Prayer: Thank you Lord, for the opportunity you give us to
approach you through prayer. I place my marriage and my family in your hands.
Bless them.
Amen.
Translated
by Pat Metcalf
Julio 14, martes
¿Y FUERON
FELICES…?
1 DE PEDRO 3:1-12
Y que vuestro adorno no sea externo,…
sino que sea el yo interno…
1 de Pedro 3:3-4
A
pesar de los cuentos de hadas, no hay ninguna garantía de que la gente que se
casa vaya a ser feliz para siempre. Las cosas salen a veces terriblemente mal.
Incluso con la mejor de las intenciones, puede que nos encontremos en una casa
llena de resentimiento, de hostilidad y desgracia. No hay dolor más grande como
el de un matrimonio infeliz.
Sin
embargo, un matrimonio difícil puede ser el marco en el cual Dios lidie con el
“yo interno”. En lugar de centrarnos únicamente en lo que va mal con nuestro
cónyuge, necesitamos abrir nuestro corazón al Señor y pedirle que confronte el
mal que hay en nosotros. Él empezará a hacerlo amablemente, poco a poco, con
generosidad. Nosotros comenzaremos a vernos como somos, y no como la persona
que nos habíamos imaginado ser. Llegaremos a ver cuánto necesitamos el perdón
del Salvador y la ayuda del Espíritu para hacer lo correcto en amor, incluso
cuando nos han hecho daño.
No
hay garantías en la vida excepto el amor de Dios, con su ayuda, podemos
cambiar. Aunque tal vez no se curen
todos los males de nuestro matrimonio, la gracia de Dios nos puede sanar.
Oración: Gracias Señor, por la oportunidad que nos das de
acercarnos a ti mediante la oración. En tus manos pongo mi matrimonio y mi
familia. Bendícelos. Amén.
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