Wednesday,
July 8
SITTING ON A DONKEY
Matthew
21:1-9
Look, your king is coming to you, humble, and
mounted on a donkey
Matthew 21:5 (NRSV)
In Christ’s ministry, there are
symbols that sometimes go unnoticed. His entry into Jerusalem on a donkey is
one of those. In ancient times, when a king would visit another in a warlike
challenge, he would take care to travel on a beautiful steed or in a chariot
pulled by spirited horses. When Jesus came in peace, he rode a donkey,
considered a symbol of peace and humility and even of submission. The donkey,
in pejorative terms, was considered a symbol of stubbornness or lack of
knowledge; the donkey also represents self-denial and boundless love of work
and sacrifice.
Jerusalem did not discover this
message. The newcomer came in the name of the Lord, as a peacemaker, the
greatest exponent of reconciliation; capable of submitting to death to save the
human race.
Jesus didn’t come into the world to
conquer it or to submit to it, but to save it and to offer it a new
opportunity, a newlife.
Those who went before and we who
follow behind are called to raise our hands to receive Him who said: ...my peace I leave with you, my peace I
give to you, not as the world gives do I give to you.
Prayer: Lord
God, we pray that we will be humble in life, with the ability to give ourselves
sacrificially on behalf of others.
Translated by John Potter
Julio 8, miércoles
SENTADO SOBRE UN ASNO
Mateo 21:1-9
He aquí,
viene a ti manso sentado sobre un asno
Mateo 21:5
En el ministerio de Cristo hay
simbolismos que a veces pasan inadvertidos. Su entrada a Jerusalén en un asno
es uno de ellos. En la antigüedad, cuando un rey visitaba a otro en desafío
guerrero, se preocupaba por viajar en un hermoso corcel o en un carro tirado
por briosos caballos. Cuando venía en son de paz, cabalgaba sobre un burro,
considerado símbolo de paz y humildad y hasta de sumisión. Considerado símbolo
de terquedad o falta de conocimiento, en
términos peyorativos; el asno significa también abnegación y amor ilimitado al
trabajo y el sacrificio.
Jerusalén no descubrió este
mensaje. El recién llegado venía en el nombre del Señor, como hacedor de la
paz, máximo exponente de la
reconciliación; capaz de someterse a la muerte para salvar al género humano.
Jesús
no vino al mundo para conquistarlo o someterlo, sino para salvarlo y ofrecerle
una nueva oportunidad, una vida a plenitud.
Los que
fueron delante y los que vamos detrás estamos llamados a levantar palmas para
recibir a Aquel que dijo: …mi paz os
dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da yo os la doy
Oración: Dios y Señor, oramos para que seamos humildes en la vida, con la capacidad de entregarnos sacrificialmente a favor de los demás. Amén.
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